Revue Romane, Bind 26 (1991) 2

Johan Falk:

Johan Falk

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1. La tesis de Lene Fogsgaard (LF) sobre ser y estar es el fruto de una larga maduración,lo que queda patente por la aplicación de múltiples enfoques teóricos tomados de las modernas corrientes lingüísticas. La primera parte (pp. 11-122) es una larga pesquisa teórica, escasamente ejemplificada, en la que se confronta el problema de ser y estar con una lógica modal básica en forma de distintos «topoi», con un análisis fràstico en profundidad (inspirado sobre todo en Brandt), con la gramática casual en la versión de Fillmore y sobre todo la de Anderson, con la teoría de los actos de habla y la modalización proveniente de la enunciación, esto es, la en discurso del mensaje.

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Con estas últimas aproximaciones, que incluyen una teorización sobre lo performativo y lo constativo, los diversos efectos discursivos enlazados con los registros «récit» (ser) versus «discours» (estar), la autora se instala decididamente en la pragmática, acercandoasí la problemática de ser y estar al análisis de textos.

Ante todas estas ramificaciones teóricas, la profusa terminología y los muchos excursos, por brillantes que sean, el lector puede quedar desorientado y sentirse en la necesidad, si no del machete de que habla Jacob Mey, sí de una navaja de Occam para desbrozar el camino. Dicho de otro modo, ¿no existe una vía más directa para explicar la inmensa mayoría de las instancias de p. ej. estar + predicado adjetival? Aunque sea así y aunque la noción de estado, debidamente perfilada, valdría para diferenciar los sentidos «estar» de los de «ser», creo que esta crítica erraría el blanco, pues el proyecto de LF, al menos en la primera parte del libro, consiste en partir de otros supuestos que los tradicionales. Lo nuevo y el gran mérito de esta tesis es el intento de reorientar la investigación, no tanto para sustituir lo anterior (cf. p. 46) como para ver el uso desde nuevos ángulos. Ahora bien, debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿en qué medida es relevante para ser y estar un análisis que parte de la enunciación, que quiere ver en el juego de las cópulas los efectos modales y discursivos rastreados en la producción del mensaje?

2. En esta reseña me limito a comentar algunos análisis concretos para ver los logros y los riesgos que entraña la postura teórica de LF. Antes de entrar en la materia quiero mencionar brevemente algunos fundamentos de los análisis, ya que estos análisis constituyen una parte esencial del libro.

Básicamente se asignan a los verbos distintos valores modales, mediante los cuales ser ocupará el «topos» de la identificación y la clasificación, mientras que estar expresa loralización y contingencia. Las diversas configuraciones propuestas, tanto en forma de una espiral sin solución de continuidad entre ser y estar como en forma de un cuadrado alético (ser = no poder no ser; estar = poder no ser), algo contradictorias y en cierta forma réductibles al principio de esencia y accidente, llevan a una serie de consideraciones acerca del valor modal que «realizan» los enunciados con ser y estar respectivamente. Una consecuencia del carácter locativo y actualizador de estar será que el locutor asume el enunciado e invita al enunciatario a verificarlo. De esta forma se abre una brecha entre enunciador, enunciado y enunciatario, que hay que ver como un compromiso por parte del «yo» pero también como un acto directivo hacia el «tú». De esta dinámica situación nacen los efectos discursivos de estar, llamados por LF «énfasis» (deixis), «apariencia», «on-stage», «co-visión», «carga afectiva», «particularización». Frente a la escenificación de estar, la posición de ser es neutra, pues da una instrucción contraria para la interpretación. Con ser se escamotea la instancia de la enunciación y, aunque esto sea ilusorio, será como si el enunciado valiera por sí sólo, como si fuera una representación de como son las cosas en la realidad. Si estar, a nivel profundo, es el verbo del «creer-querer-poder», a ser le subyace el modo del «saber-deber». Este marco teórico, cuya elaboración es algo lenta y zigzagueante.queda excelentemente resumido en varios lugares, p. ej. pp. 104-107,254-256.

A lo largo de la exposición LF viene utilizando un concepto que a mi entender
tiene enorme poder explicativo y es que ser siempre remite a un orden simbólico. Con
ser nos movemos entre las conceptualizaciones fabricadas por el lenguaje, según se

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desprende de muchos pasajes (pp. 41-42,46, 95, 100, 181, 249, 255). Estar presupone
este nivel, pero añade otro que sería el plano de lo tangible, del «hacer presente», esto
es, de situaciones que necesitan de la verificación.

3. Aunque LF quiera erigir una teoría estrictamente lingüística, no siempre logra evitar el escollo del logicismo. A propósito de lo constitutivo menciona virgen (p. 41) como un rasgo necesario para la autoidentificación y, en consecuencia, propio del «topos» de ser. Es bien sabido, y LF lo dice en la p. 142, que virgen se combina con estar para expresar una propiedad que, por constitutiva que sea, expresa una fase.

Pasemos ahora a la parte analítica para ver cómo LF lleva su teoría a la práctica. En la frase «¡Esta sopa está abominable!», analizada en las pp. 81 y 112, estar funciona como verbo performativo, siendo esto un acto de rechazo («jeg vil ikke indtage objektet») así como un acto dirigido hacia el interlocutor para que verifique el enunciado. De esta modalidad volitiva participa también «María está buena» (p.81), que LF muy correctamente sitúa en la misma línea que «La sopa está buena». Otro caso muy elocuente es el presunto contraejemplo «La cal de las paredes ya era blanca» (p. 115), cuyo análisis requiere los finos instrumentos de LF para que sea posible compaginar ser con el aspecto resultativo.

Otro concepto, muy afín a lo modal, es el de cuantificación total (ser) versus parcial {estar), que se utiliza p. ej. para diferenciar ser feliz de estar contento. Mediante una prueba formal, que consiste en oponer los predicados contento pero descontento, * feliz pero infeliz, LF llega a comprobar que el predicado introducido por estar afecta al sujeto de una forma más restringida (pp. 95-96; véase también la p. 66 acerca de estar como y ser como). Igualmente se saca partido de la cuantificación parcial en el análisis de los efectos irónicos que producen frases como «Buen médico estás tú» (p. 116), equiparable a otros casos de inversión del valor veritativo, p. ej. «Estás ciego» (= no ser ciego pero comportarse como si lo fuera).

En la tesis abundan los finos análisis textuales, en los que LF logra extraer inferencias correctas y ver cómo cooperan las cópulas y los contextos particulares. No cabe duda de que LF llega más lejos de lo que han llegado otros, sobre todo al tratar de casos en los que la distinción es fina, p. ej. los adjetivos que designan estados civiles (pp. 159, 196-198), el uso de «estar delgado» en el ej. de la p. 209 y el tipo «el día era/estaba hermoso» (p. 212). Permítaseme señalar también la distinción es ¡está claro (pp. 222-224), donde la perspectiva discursiva se revela muy provechosa.

4. En estos análisis LF da prueba de un admirable dominio lingüístico y una gran sensibilidad para captar matices. Existe sin embargo el riesgo de que ciertos conceptos lleguen a ser tan abarcadores y diluidos, como p. ej. los términos de modal y modalización,que resultan poco más explicativos que la terminología tradicional con la que están relacionados. Ofreceré un pequeño ejemplo de esto. Para explicar «El disco estaba rojo» (p. 199) LF invoca las posiciones alternativas del disco y dice que tiene «alternative muligheder modalt». Hay también cierto traspaso de la terminología de una zona a otra. Así, p. ej., la modalidad volitiva, reservada para estar, se utiliza en el análisis de «Nunca seré viejo», tomado de un pasaje de García Márquez: «Han skal tages bogstaveligt; vil ikke ser viejo» (p. 215). No hago objeción al análisis como tal, que es bueno, lo problemático es que la frase, hablando en términos estrictamente discursivos, parecería responder a muchas de las consignas de estar (lo volitivo, la

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carga afectiva, el discurso directo). Otro aspecto concierne a la línea de demarcación entre lo semántico y lo pragmático, que resulta bastante difusa. Uno se pregunta a veces dónde acaba ser y estar y dónde empiezan las inferencias extraídas de contextos particulares. Las enormes licencias que se toma LF, refrescantes en un sentido, peligrosasen otro, al barajar los términos y pasar de un nivel a otro, pueden resultar chocantes para el lector desprevenido. Esta permisiblidad es obvia en el caso de «María está buena», que se discute en el marco de la teoría casual. De improviso se sale del plano sintáctico y María-sujeto se convierte en objeto «for den andens, mandens,lyst og blik» (p. 81). En este orden de ideas me parece que LF incurre a veces en una interpretación excesiva. Así, no creo que de «Juan fue muy descortés conmigo ayer» se puedan extraer necesariamente alguna de las inferencias: a) Juans defekt fyldte hele gârsdagen, b) Traskket prasgede hele relationen mellem Juan og den talende(...), c) Defekten daskkede hele personen Juan, som defineres ved dette ene traek (...)» (p. 107). Creo con Vaño-Cerdá (Ser y Estar + adjetivos, Túbinga, 1982, pp. 31-38), que «fue descortés» expresa un sentido causal-clasificatorio con respecto al comportamiento del sujeto y que puede muy bien aludir a una conducta específica: «fue descortés porque x» (x = no me saludó, no me acompañó a casa, etc.), lo que sería, según LF, un sentido más bien idóneo para «estuvo descortés». Tampoco resultamuy aclaratorio decir que «fue descortés» articula «lo dado» frente a un estar descortés «nuevo», puesto que ser + adjetivos de conducta cuadra perfectamente con situaciones en las que no se tiene conocimiento previo de la persona.

Con esto quiero señalar el riesgo de que se asignen como sentidos convencionales a ser y estar + cierto adjetivo o grupo de adjetivos lo que son interpretaciones de ejemplos específicos. Ahora bien, para seguir a LF, hay que situarse en su terreno y aceptar que se trata de un acercamiento global desde muchos ángulos. Por sí solas y tomadas una a una ciertas aproximaciones parecerán difíciles de operar como p. ej. el acoplamiento de ser con el discurso de la ciencia (p.100) y del saber (pp. 97), con la noción de «récit» (pp. 98-108), con la idea de consenso (p. 105) y conformidad con normas culturales (p 42), pero conjugados los principios y mediados por el análisis llegan a esclarecer distintas parcelas de la problemática de ser y estar. Pongo cierto reparo en la pareja «récit»/«discours», cuya correlación con ser/estar no me parece evidente, a menos que cualquier indicación de «estado» comporte un paso al registro «discours». Valga como ejemplo el siguiente comienzo de un relato, comparado con el pasaje tratado en las pp. 113-114: «Todo estaba silencioso. Las calles estaban solitarias...», en el que no veo ni la performatividad ni un narrador inmiscuido en el texto, es decir que no responde intuitivamente a los criterios privilegiados de estar.

5. La segunda parte de la tesis (caps. 6,7, pp. 123-246) tiene un carácter más empírico
y consiste en una relación de los materiales, centrada sobre todo en la estructura con
predicados adjetivales.

El capítulo 6 contiene juiciosas observaciones acerca de diversos tipos de oraciones que requieren ser, p. ej. el análisis de la expresión temporal «Fue una mañana hermosa»,para la que LF postula una referencia deíctica en el lugar del sujeto. A propósito de la frase «era por la mañana», que serviría para localizar en el tiempo, sorprende que LF ofrezca también la posibilidad «Era la mañana». Si es verdad que los tipos tratados son materia bastante conocida, los comentarios de LF son a menudo sugestivos,como en el tratamiento de la estructura sp-ser/estar-NP y el valor irónico, en el

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examen de las oraciones escindidas y los conflictos de concordancia y en su análisis de las oraciones reflexivas con ser («ese hombre me es simpático»). Resulta fecunda la aplicación de la teoría casual a las oraciones reflexivas («X me es simpático»), en particular la idea de que el sujeto en estas y otras oraciones con ser tiene carácter de agente o fuente (abs. + abl). Compárese con las pp. 80 -88.

6. Pasando al cap. 7 y la estructura adjetival, debemos constatar que LF vuelve a una terminología más tradicional. En este nuevo arranque (pp. 152-161), que es un interesante resumen del estado de la cuestión, LF opta por los términos estado, aspecto fasal, autocomparación (comparación interna) para enmarcar el valor de estar, relegando al parecer su propia teoría a un plano secundario. Véanse a este respecto las pp. 191-193, donde queda claro que la función de «lo discursivo» es asegurar una interpretación «constitutiva» o «accidental»: «Traek, der anses for inherente eller inalienable egenskaber ved subjektet, tilknyttes ogsâ med SER og bliver definitoriske. Bestemmelsen af, hvorvidt en attribution er konstitutiv og/ellerinherent, kan som sagt ikke afgores leksikalt alene, men er diskursafhœngigt» (p.193). Es evidente que sea así y LF no es la primera en señalarlo.

Al discutir la posible influencia de factores «formales» como tiempos verbales, imperativización y adverbios (pp. 167-172), LF concluye con razón que el propio sistema de ser y estar es más fuerte. Así, p. ej., el adverbio ya y cada vez más son combinables, pese a su valor resultativo y fasal respectivamente, con ser y estar. Sin duda se hubiera podido obtener resultados más positivos y ver mejor la incidencia de los adverbios, si se hubiesen deslindado distintas categorías de adjetivos y relaciones S-A.

Mirada en conjunto esta segunda parte y desde un punto de vista estrictamente empírico (si cabe plantearlo así), consta que no aporta datos esencialmente nuevos, lo que quizá no era de esperar en vista de la abundante bibliografía. Hay que decir también que existe un desequilibrio entre la primera y la segunda parte, como si respondieran a distintas etapas en el proceso de maduración. Esto no quita méritos a los brillantes análisis ni al particular enfoque teórico de LF, aunque se aprovecha de una forma más auxiliar en la segunda parte.

7. Para la clasificación y presentación de los materiales, LF opta por el criterio básico +/-relacional (p. 191), que tiene que ver con la posibilidad de graduación y con las nociones de sincategoremático y categoremático. Alto será un adjetivo marcado + reí., rectangular - reí. No estoy de acuerdo con LF, cuando pretende que la clasificación está fundada en principios enunciativos y discursivos, pues me parece que más bien está guiada por lo semántico y lo léxico. A fin de cuentas, mediante varias subdivisiones se llega a agrupar el material por campos, p. ej. adjetivos que designan enfermedades, color, estado civil.

Aunque LF se dice consciente del carácter provisorio de sus agrupaciones, me permito hacer algún reparo. A mi juicio el punto débil está en su escasa adecuación al problema de ser y estar. Con el criterio -reí. se juntan adjetivos como rectangular y vacío, que son muy heterogéneos con respecto a ser y estar. Por el otro lado, alto y estrecho, que tienen más en común con otros adjetivos de forma, se agrupan con caliente y frío. Este hecho, así como la presentación por separado de las llamadas relaciones fijas en 7.3.1 y 7.3.2 (adjetivos que en principio requieren ser o estar), hacen

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que la exposición sea algo dispersa y repetitiva. Pienso que hubiera sido más eficaz clasificar el material según tipos que tienen similares condiciones de uso de ser y estar, p. ej. el tipo «gustativo» o la estructura compuesta de sujeto fenomenològico (viento, lluvia, frío, calor, aire) + adjetivo predicativo. El correspondiente material léxico, p. ej. dulce, rico, bueno en el primer caso, frío, húmedo, pegajoso, suave en el otro se encuentra ahora esparcida en diversas categorías.

En este orden de ideas convendría subrayar el carácter «formulario» que tienen ciertos usos de ser y estar. «Estuviste feliz» (en tu actuación), citado bajo feliz (p. 186) debe ante todo relacionarse a la fórmula «calificación global de la conducta de S en cierta ocasión», que acoge lexemas diversos siempre que sean calificativos o axiológicos en la terminología de LF (bueno, torpe, genial, soberbio, fatal, etc.). Con este enfoque sin duda se hubiera podido aprovechar mejor los principios ilocutivos y modales asentados en la primera parte y hacer justicia a los finos análisis que hay en el capítulo 7.

8. Me queda hacer una breve mención del concepto de norma, utilizado por LF así como por otros investigadores que se han ocupado de ser y estar. Introducida por Bull y Crespo, la noción de normal, asociada a ser, se ha entendido como la expresión de una relación estable y conforme a lo normal. La concepción de LF no parece apartarse esencialmente de esta definición, si bien hace más hincapié en la regulación de normas, el consenso, la tipicidad y el carácter neutro, que serían características de los enunciados con ser (véanse pp. 42, 44, 97, 105, 253). En la versión de LF resulta ser un concepto muy amplio en contraste con el carácter deíctico, visual, afectivo («Einfühlung») y subjetivo de estar.

Ahora bien, el pretender que ser expresa estados de cosas «normales» puede prestarse a confusión, puesto que para cualquier enunciado referido a individuos del tipo «S es creyente/sincero/criminal/feísimo/indecente/grueso» será difícil saber cómo operar con el concepto de norma. Evidentemente no se cambiaría a «estar creyente», si se hiciera el enunciado en una comunidad predominantemente atea, ni sería la forma a elegir si hubiera disparidad de pareceres acerca de la fe de la persona-sujeto. Huelga decir que la idea de norma conviene a los enunciados genéricos, p. ej. «La nieve es blanca», «Los daneses son rubios» (cf. pp. 165-167).

Si bien LF es consciente de que lo constitutivo a nivel de especie e individuo no debe confundirse con lo normal, su tratamiento de este punto es vacilante y no del todo claro. Así, inversamente, no creo que se pueda invocar «ét partikulaert individ bryder artens norm» (p. 166) para explicar estar en «Este olivo está recto» (cf. también pp. 159, 201, 221). Me parece que en este empleo de estar subyace la idea de cambio y situación resultativa, ya que una simple situación de anormalidad, como p. ej. una mesa de 40 cms. de altura no entraña estar sino normalmente «esta mesa es muy baja».

Esta objeción sólo es válida a medias, porque la normalidad, el consenso y la conformidad acerca de situaciones de «ser» deben entenderse, en la teoría de LF, como conceptos discursivos, o sea la forma como se debe captar el mensaje, lo cual, por otra parte, les priva de precisión.

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9. En el capítulo final LF logra integrar las partes de su teoría, que abarca tanto lo «tradicional» como lo que es contribución suya. Si no contiene una justificación última del modelo de espiral, es un brillante examen y exégesis de varias dicotomías vistas en la perspectiva de la enunciación y todos los aspectos corolarios (deixis, modalización,

Todo resulta muy convincente, aunque no se zanja la cuestión del huevo y la gallina. Veo esta cita como una aceptación por parte de LF de que ciertas explicaciones «tradicionales» son más básicas que las que ella misma ha avanzado. «Det faktum, at X kan placeres differentielt i forhold til Y, Z etc., dvs. i et klassifikationssystem, og dermed defineres/identificeres, er det, der giver SER dets saerlige veridiktionsstatus og prassupositionelle fungeren» p. 255). Se formula al final otra pregunta de capital interés para poder juzgar acerca del alcance de los factores «discursivos»: «Hvorfor kan man ikke alternere mellem SER/ESTAR ved attributivi adjektiv, hvis man geme vil opnâ de effekter, som vi har tilforordnet de to verber, f.eks.den talendes engagement (ESTAR) eller totalkvantifikation (SER)?» (p. 255). Esta cuestión debería haber sido planteada al principio, pues su ausencia se hace sentir en el curso de la exposición.

Quiero concluir respondiendo a la pregunta formulada al principio de la resefla: Sí creo que el aparato analítico que introduce LF es de interés en cuanto a ser y estar, pero no tanto para explicar la elección de la cópula como para interpretar el uso, tomado «uso» en un sentido pragmático. Es una tesis importante y sugestiva por su teorización sobre las cópulas y cuyo gran mérito consiste en proporcionar un sistema interpretativo para ser y estar, rehabilitando así, en un nuevo marco teórico, lo que antes se relegaba al dominio de la estilística (sobre todo el trabajo de Navas Ruiz). El trabajo de LF será un punto de referencia necesario para futuras investigaciones en este campo. Es también una tesis controversial, pues con la ambición y la audacia van los riesgos y el libro de LF no se libra de ellos. Es natural que el que quiera y logre renovar un campo de la investigación también se exponga a objeciones y que no todo sea conclusivo. El balance es decididamente positivo.

Universidad de Estocolmo