Revue Romane, Bind 26 (1991) 2

Jacob Mey:

Jacob Mey

Los méritos de Lene Fogsgaard (en lo sucesivo: LF) estriban principalmente en el hecho de que expone de una manera convincente el aspecto enunciativo en las categorías de debas, modalidad, etc., las cuales, comúnmente (y, a veces, incluso solamente) se suelen definir según la gramática (o, la morfosintaxis, término empleado a menudo). De esta manera la autora tiende un puente sobre un abismo que no solamente concierne a la morfología (el aspecto, el caso, etc.) y sus equivalentes sintácticos (o viceversa), sino que también se compone de muchas otras contradicciones, algunas mutuamente independientes.

LF emplea un enfoque enunciativo para revisar y analizar, desde una perspectiva crítica, los estudios arraigados tanto en la tradición hispánica como en la de la lingüística general sobre un determinado grupo de construcciones verbales constituidas, entre otros, por los verbos ser y estar, y también por los verbos parcialmente afines, como p.ej. tener y haber.

La investigación es muy amplia y destaca por su abundante documentación. Constituye una contribución original e importante a algunas cuestiones de la semántica, la sintaxis y la morfología castellanas, y, especialmente, al análisis del discurso como tal, sobre todo a las áreas lingüísticas que limitan con éste (entre ellas, los actos ¡locutorios, la gramática de los casos, las modalidades, adverbiales de la frase, por solo mencionar algunos). Allí donde la lingüística tiene áreas limítrofes con las disciplinas más orientadas al análisis del texto, el objeto de la tesis no se reduce simplemente a delimitar las fronteras, ni mucho menos a patrullarlas con la intención de disparar si no se respetan; por el contrario, se trata de desmantelar la alambrada para permitir la entrada a la gente del otro lado. Enfocaré mi reseña desde varios ángulos. En primer lugar, agregaré algunas consideraciones que atañen a la metodología en general; en segundo lugar, someteré a discusión unas cuestiones específicas; y terminaré con una valoración concluyeme de la obra entera.

¿Uso o sistema?1

LF advierte (p. 90) que ni el mismo Saussure, que introdujo la distinción entre los
términos parole y langue, trató nunca de explicar cómo se llega en la práctica de un
concepto al otro; ni, más concretamente, cómo se explica a través del sistema de la

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lengua el uso (el habla) de la gente. La cuestión carecía de interés en su época, y más tarde fue confiada tácitamente a otras disciplinas aparentemente más oscuras, como la retórica y la estilística, contra las que la mayoría de los lingüistas manifestaban su más abierta oposición, tanto por su ideología, como en lo relativo a sus investigaciones.

La explicación ausente que menciona LF, no es otra cosa que un asunto pragmático, pero parece que la autora todavía no está en disposición de dar ese 'salto pragmático' desde el sistema de la lengua hacia el uso. Se nota que cuando emplea la expresión «sintaxis discursiva» en el subtítulo de su tesis, es con una finalidad legitimadora: se trata del miedo del lingüista a no ser capaz de analizar, ni de 'generar', las frases 'correctas', a través del sistema sintáctico, una tarea que constituye, según Chomsky, la meta superior de la gramática.

Supongo que el empleo que LF hace de esos términos no es casual, sino que representa un cisma teórico que va más allá: se trata de un dilema que no sólo concierne a la metodología, sino que también tiene que ver con el contenido. En breve, dicho dilema puede formularse de la siguiente manera: ¿Es la tesis de LF un estudio sobre los dos verbos copulativos del español (ser y estar), o hay que entenderla como una aportación a la discusión teórica y lingüística sobre la deixis/modalidad de la enunciación? Ya veremos que se trata de algo más que de una simple discusión formal-científica.

El dilema de la autora

La valoración del libro de LF depende en gran medida de la respuesta que se dé a la pregunta planteada más arriba. Si se enfoca como un estudio sobre los verbos ser/estar, la obra podría considerarse una presentación lúcida de un conjunto de problemas conocidos que establece algunas síntesis interesantes y, en cierta medida, innovadoras (cp. p.ej. las discusiones sobre copulativo + atributo adjetival en el cap. 7).

En cambio, si se enfoca desde el punto de vista de lo modal, es decir, de la enunciación, hay que señalar que, aunque la tesis presenta una perspectiva valiosa y previsora en cuanto a los planteamientos enunciativo-analíticos (a diferencia de los puramente enunciadores), y aunque está basada en un material lingüístico muy abundante (recogido en su mayor parte por la misma autora), el conjunto conceptual adolece de cierta imprecisión, no siempre se emplea consecuentemente, y a veces cae en la ambigüedad a la hora de analizar el material en concreto (sobre esto volveré más tarde).

Más aún: si la tesis tratara de ser/estar, sería de esperar que la autora ofreciera
algunas ideas nuevas sobre el comportamiento sintáctico de estos dos verbos copulativos
y sobre los criterios semánticos que habría que imponer. Pero LF subraya que

...este [agrupamiento alternativo de los adjetivos; se trata de los distintos empleos de los adjetivos con ser/estar respectivamente, J.M.] no pretende ser una catalogación del adjetivo español. Por consiguiente, no aspira a clasificación, ni tampoco elude lo intuitivo y lo arbitrario cuando se trata de dejarlo funcionar en la práctica, (p. 190)

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Más bien

...la ventaja de la categorización propuesta es que está orientada hacia consideraciones analftico-enunciativas, y según las mismas, por lo tanto corresponde al punto de vista principal adoptado en cuanto a ser/estar, (ibid., subrayado en el original)

La intención queda perfectamente expuesta. La principal tarea de la tesis de LF no es
satisfacer nuestra curiosidad con respecto a 'hechos' sino

... es en primer lugar una aportación teórica a una discusión lingüística, (p.
13, subrayado en el original)

Esto quiere decir que la inmanencia descriptiva tal y como la postulan los corifeos de la lingüística clásica estructural (p.ej. L. Hjelmslev) no se sostiene. Dice explícitamente LF que no podemos prescindir de una instancia exterior cuando se trata de la problemática de la enunciación; la inmanencia se rompe frente a la presencia del sujeto del enunciado:

La comprensión de ser/estar requiere una referencia a una instancia de la
enunciación, a algo llamado lo extralingüístico. (p. 23, subrayado por mí)

La instancia enunciativa es idéntica al sujeto hablante que agrega al enunciado el carácter modal en virtud del cual se convierte en enunciación. La entrada del hablante en la escena lingüística es la actuación del sujeto del enunciado en el 'escenario' creado por LF.

¿Cuáles son las consecuencias prácticas para nuestras reflexiones lingüísticas con
respecto al sujeto, la enunciación, el enunciado y la modalidad?

Una escena es un modelo de la realidad, y el papel que desempeña el sujeto en este 'escenario' es comparable al esfuerzo del actor por hacerse visible y audible en las tablas. En vez de un modelo inmanente llegamos a una apertura hacia lo exterior, hacia un 'anderer Schauplatz', utilizando la expresión inmortal de Freud.

Pero además obtenemos un modelo dinámico, que sustituye al estático-descriptivo: «una frase es modalizada», así lo expresa LF en el mismo lugar (subrayado por mí). Esto quiere decir, que la frase no es modal sin más ni más, sino que presupone un actor, o, si se quiere, un 'actante': hay que llevarla a la escena para que se muevan las modalidades en el modelo predilecto de LF: 'la espiral'.

La espiral

La inspiración para 'la espiral' se funda en la «structure en carne» del semiólogo francés A. Culiolo (1986)2. LF introduce e ilustra ampliamente la figura de la espiral en las pp. 31 y ss., y la discute en términos concluyentes en las pp. 120-122. Según la autora es un «modelo preteórico (es decir una intuición lingüística, una idea), y se la emplea a modo tentativo en esta obra.» (p. 35). Dice además, que «...se puede considerar como una figura gráfica, que tiene función de apoyo en cuanto al texto acompañante mismo.» (ibid.)

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El problema que se plantea aquí es cómo aprovechar esta espiral y su presunta «potencia explicativa» (LF), a que se recurre a menudo en el texto (p.ej. en la p. 120, donde se la llama «un factor unificador», «la piedra angular» sin la que «haría falta un componente estructural importante de coherencia»). ¿Es la espiral algo más que el bricolage privativo de LF? y ¿para qué se la puede usar? LF dice:

La idea principal de la interpretación del modelo de la espiral es el establecimiento
de las estructuras modales, aquéllas que constituyen un topos, (p. 36.
subrayado en el original)

Para dar una imagen más clara, apoyada en un nivel concreto, de este/os topos/oi,
prefiero remitirme al esbozo de la p. 36 (reproducido aquí como figura 1).


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FIGURAI «Topos 1: representado por el verbo impersonal haber y correspondiendo a la position modal de posibilidad : poder SER. Topos 2: representado por el verbo copulativo ser y correspondiendo a la posición modal de necesidad : no poder no SER, DEBER SER. Topos 3: representado por el verbo locativo estar y correspondiendo a la posición modal de contingencia : poder no ser». (Reproducido del resumen en español, pág. 6)

Es importante observar que los 'verbos' de la espiral (haber, poder-ser, etc.) son 'protoverbos' y, por lo tanto, no corresponden necesariamente a elementos léxicos de enunciados verdaderos. Se trata de relaciones lógicas; hay que entender los distintos topoi como «distintas posiciones enunciativas y discursivas posibles,» a las que se «adscribe una determinación modal distinta» (p. 37). El sentido de la espiral es el de recorrer los distintos topoi, partiendo de la palabra indeterminada, no marcada y casi sin contenido semántico haber (como en la forma hay) hasta la palabra sumamente informativa, marcada y determinada estar (que corresponde al modo alético poderno ser), después del cual el pivote del 'árbol de levas' vuelve a su posición inicial y otra vez puede empezar.

La espiral no es, por lo tanto, un modelo de índole lógico-deductivo, sino más bien
de carácter orientador; compárese el resumen en español de la tesis:

Si bien es cierto que a la figura en espiral le cumple el papel de dar coherencia
a los principios que rigen el uso de ser y

estar, también lo es que la filtración que permite el modelo no es lo suficientemente fina como para poder dar cuenta satisfactoria en un análisis detallado de texto. Las mallas de su red son demasiado gruesas. Su función es orientadora, (p. 18, subrayado por mí)

LF entiende su modelo en función orientadora de la misma manera que p.ej. el
famoso 'modelo de mariposa' de Greimas: es decir, orienta nuestra conceptualización
al señalar estos puntos en el paisaje semiótico y narrativo donde la fuerza de atracción

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magnética es la más poderosa y donde los datos se amontonan como las virutas de
hierro en un experimento de física.

Aunque debe rechazarse una crítica 'externa' del modelo (desde principios lógicodeductivos) por no ser válida según las premisas (véase más arriba), existe, sin embargo, un problema intemo y de índole metodológica, que, en mi opinión, LF debería tratar de resolver. ¿Por qué permanece la espiral y su empleo en el plano general? ¿No se podría reclamar su empleo también en el nivel concreto, en el análisis mismo si, al fin y al cabo, se le exige un valor de instrumento de análisis?

La presencia de la espiral tiene casi carácter programático; cuando más aparece es al principio o al final de un párrafo largo. Se nota la falta de una exposición completa del modo en que mejora la calidad del análisis gracias al empleo de la espiral, con ejemplos apropiados en las distintas etapas. Precisamente es esto lo que ocurre en el importante capítulo 7 (cuando se habla del 'sujeto - verbo copulativo + aributo adjetival')3 que LF denomina un «área de investigación primordial en el presente trabajo» (p. 152):4

... el componente unificador, con el que pueden relacionarse los distintos
principios, es el modelo de la espiral... en su formulación modal, (p. 157)

No obstante, la espiral brilla por su ausencia en la mayor parte del capítulo, y hay que
pasar las hojas hasta el párrafo 7.4. (p. 190) para volver a encontrarla. Allí dice LF:

La base de mi exposición es la figura modal de la espiral y el punto de partida enunciativo-analítico. Los párrafos sobre el tipo del adjetivo hay que considerarlos a la luz de esto. Efectivamente, lo que hago funcionar en la práctica son los principios deducibles del modelo teórico relacionado con un análisis de la enunciación y del discurso.

Pero ni en las páginas subsiguientes ni en el resto del capítulo 7 se expone el funcionamiento de estos «principios», ni su relación con la figura de la espiral. En cambio, LF nos ofrece un «agrupamiento alternativo de los adjetivos» para sustituir al/a los normal/es, que, aunque implica muchos análisis ingeniosos y observaciones interesantes, no llega a conectar teóricamente con la figura de la espiral.

En mi opinión la deficiencia mayor de la tesis se halla aquí: llegado el caso la autora parece preferir otros modelos al de su espiral. En tanto que no menciona la espiral, esto ni significa necesariamente «que no hay conexión, o que no la he notado»5 - pero es eso precisamente lo que pueden interpretar algunos lectores, sobre todo los menos complacientes.

La ausencia virtual de la espiral en el capítulo 7 es aún más lamentable ya que, en muchas ocasiones, en el análisis casi se sugiere que se la incorpora de un modo u otro: así p.ej. en la p. 160, donde se refiere a 'la puesta en escena' (el término es de Sufier, 1981) como una modalidad 'on-stage' de estar (a diferencia de haber, véase fig. 1). Este ejemplo demuestra con toda la claridad deseable cómo el paso de un topos a otro se puede explicar mediante los mecanismos de la espiral: de la palabra no marcadahay en En la esquina hay un vigilante nuevo hasta la pintoresca y marcada está en En la esquina está un vigilante nuevo. La observación de Suñer para este caso: «Its [está's] function is to recreate thè scene» (1981, p. 108; cit. por LF), fácilmente se

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podría traducir a la terminología de LF como 'Su función es (re)crear un topos
(nuevo).' Tal modo de ayudar al lector no es perjudicial, si bien se corre el riesgo de
pararse demasiado en explicaciones.

También en la p. 158, donde se dice de la atribución que «concierne a una fase determinada del sujeto en relación con otra fase posible del mismo sujeto» sería aconsejable colocar este 'desplazamiento de fase' en uno de los topoi de la espiral. O compárese la «vista presupositiva» que anda por la p. 204, donde el análisis (por lo demás, brillante) del párrafo favorito de la Santa Olaja de Aldecoa prácticamente pide 'socorro espiraloide', que, sin embargo, no llega a acudir. Porque, ¿qué es la «caída del telón narrativo» (p. 205) al final del cuento, con el cambio riguroso del tiempo y del modo («... el perro ha dejado de ladrar... la luna navega cielo raso tras las nubes. El agua del Manzanares ya es negra»; subrayado de LF) sino un retorno brusco en el que se aprieta en el árbol de levas narrativo una 'leva' (carne) más al «agotarse el cuento» (ibid.)?

The proof of the pudding...

Si tratamos de valorar la obra de LF desde una sola perspectiva coherente, es lógico preguntarse hasta qué punto sus resultados se corresponden con el aparato teórico propuesto por ella misma. En otras palabras, habría que averiguar para qué ha usado LF el libro de cocinar y controlar si el resultado es comestible: ¡'prueba mediante consumición'!

Generalmente, en lo que concierne la problemática 'enunciación/enunciado', LF revela una serie de conocimientos muy fructíferos: pone estupendamente de relieve la problemática de la sintaxis de la enunciación, sobre todo, contrastando esta con la del enunciado (pp. 98-99; 107); analiza muy hábilmente la modalización de la enunciación y el efecto modalizador especial de estar («a mi manera de ver», pp. 145-146); relaciona la temporalidad y el enfoque con la enunciación («la vista») y el fenómeno al que se refiere la enunciación (p. 159; y así sucesivamente.

El tratamiento del fenómeno de la ironía destaca, también, por su 'implicación del punto de vista' (otro argumento importante a favor de la necesidad del análisis de la enunciación) (p. 141) como ejemplo sumamente positivo del método y resultado científicos de LF.

El discurso es un concepto fundamental en la obra de LF. También sobre este particular se encuentran muchas reflexiones razonables y, en parte, inspiradoras. Con respecto al comentario ya citado de que Saussure nunca explicó cómo se pasa de la 'langue' a la 'parole' (p. 90), la autora pone de manifiesto el papel decisivo del sujeto en la creación del discurso (pp. 92-93), y entra, a través de un breve tratado suplementario muy interesante, en el concepto psicoanalítico del 'ego', algo que, como es natural, conduce a la discusión de las instancias de la modalización (pp. 93-94).

El aspecto pragmático del discurso queda subrayado en la discusión del «significado de presencia», es decir, un significado que presupone la presencia del hablante y de su interlocutor en su función de actores en una escena, y cuyos puntos de vista son importantes para la comprensión del texto recitado (p. 160; cp. también lo dicho de la ironía (p. 141)). También de esta manera LF consigue evitar el empleo exagerado de la institución 'contraejemplo' a la que se acogieron (y todavía siguen acogiéndose) muchos lingüistas (cp. p. 193). El discurso rige el contexto, y sin éste carecen de sentido las definiciones, los ejemplos y los contraejemplos (p. 154).

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El carácter superior de la pragmática como 'principio ordenador' (en comparación con la semántica, y, sobre todo, con la sintaxis y la morfología (p. 55)) se extiende para abarcar la frase y el discurso (p. 160). De esta manera se rompe la prioridad unilateral teórica del referente (p. 193): la semántica ya no se ocupa solamente del significado de las palabras colocadas aisladamente o en una discusión filosófica; en cambio, hay que unir las palabras con la enunciación para formar un conjunto más integral.

Lo mismo cabe decir de los actos ¡locutorios y de su valor 'performativo' de la
frase: «no se efectúan como enunciados individuales [declarativos], sino que están
integrados en un transcurso narrativo, como el discurso.» (p. 109; subrayado por mí)

Aunque algunas veces pueda criticarse el empleo de la terminología tecno-lingüística de la autora (p.ej. en el concepto de la transformación, pp. 153 y s.), conviene advertir, para hacerle justicia, que precisamente esas discusiones de conceptos lingüísticos 'reconocidos' ofrecen en muchas ocasiones puntos de vista sorprendentes y nuevos de planteamientos ya viejos. Como ejemplos cabe mencionar las llamadas «formas adverbiales en función sujeto-semejante» (pp. 130-131): en este caso la autora propone la sustitución del sujeto bloqueado por una «forma deíctica latente y elidida», algo que trae a la memoria opiniones lingüísticas recientes sobre los adverbiales de frase (cp. entre otros Koktová, 1984).

A continuación, la observación de que los adjetivos siempre son (implícitamente)
comparativos (p. 155) es un buen punto de partida para una revalorización de esta
categoría que tradicionalmente se ha visto relegada a un segundo plano.

Conclusión

En conjunto, la tesis de LF constituye una obra madura y metódica, aunque adolezca de algunos detalles criticables. Falta un registro; el sistema bibliográfico tiene muchos defectos; sus errores tipográficos son innumerables, algunos -parece- debidos a pura negligencia. Podrían acumularse los ejemplos, pero como muestra basten los siguientes: se refiere constantemente al título de un artículo conocido de Charles Fillmore con 'Case to Case Revisited' (en vez áefor); el rasgo [animate] se reproduce en el texto danés a veces con la palabra francesa animé (p.ej. en las pp. 162,173,297), y, a veces, con la palabra danesa animerei ('animado', con las mismas dudosas connotaciones que en castellano) (p. 144); y así sucesivamente.

Por lo que se refiere a los detalles menores, hay que mencionar que los signos de interrogación y de exclamación están colocados al revés al principio de frase. Y, ¿no hubiera sido más adecuado conseguir una í española correcta en vez de la 'i' en letra cursiva que aparece constantemente y sin justificación alguna a lo largo del texto6.

El acento principal de la crítica del contenido se centra, como queda dicho, en el
escaso empleo del modelo creado por la autora: 'la espiral', lo que hace que sus
análisis y reflexiones más destacadas sean a menudo ajenos a su propio modelo.

A pesar de las objeciones señaladas, no dudo en calificar la tesis de LF como una obra pionera - un libro explorador e iniciador -, cuya autora blande intrépidamente su machete en una lucha precursora, a pesar de que la selva virgen se cierra casi en el mismo momento en el que se abre el sendero. Además (para no salir de la metáfora): las posibilidades de que el sendero se mantenga abierto serán mayores si otros se aventuran a seguir los pasos de la autora, a semejanza de los «lectores activos» que ella buscaba en el prólogo, dispuestos a co-invertir en esta exploración con LF como guía y precursora.

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Universidad de Odense

Con su tesis, Lene Fogsgaard ha realizado una contribución muy notable a una
discusión palpitante y tenemos motivos de sobra para felicitarla sinceramente.



Notas

1. Según la tradición gramatical danesa, se emplean aquí los términos uso y sistema con preferencia a los términos españoles habla/lengua.

2. En rigor, hubiera sido más correcto hablar de una 'figura oscilante' puesto que la espiral misma no es el punto clave de la metáfora. Lo es, en cambio, en sentido literal, este pivote ('carne') que obliga a toda la maquinaria a volver a su posición inicial, enriquecida de una experiencia nueva. Pero no es cierto que siempre tenga sentido hablar de 'una nueva jugada' en un nivel más alto, tal como supone la palabra 'espiral'. (LF traduce la palabra francesa carne por la palabra danesa knastaksel (= 'árbol de levas') (p. 35), pero esto no es del todo correcto. Por el contrario, la palabra carne alude a la leva como tal más que al árbol donde está/n colocadas la/s leva/s).

3. LF sigue en este caso la tradición terminológica española al emplear 'atributo adjetival' (es 'el predicativo' de la gramática clásica).

4. Por le demás, el capítulo 7 es también por su extensión la parte principal de la tesis, ya que abarca las pp. 152-246, precisamene una tercera parte del número total de páginas.

5. Según una carta de LF del 26 de octubre de 1988 dirigida al autor de esta reseña.

6. Este error resulta aún más sorprendente al considerar que se emplea la letra correcta en el resumen en español de la tesis publicado por la misma editorial.

Bibliografía

Culioli, Antoine (1968): La formalisation en linguistique. Cahiers pour l'analyse, 9, pp.
106-117.

Koktová, Eva (1984): On sentence adverbials. Amsterdam & Philadelphia, Benjamins.

Suñer, Margarita (1981): 'Existential predicates: hay vs. estar1. In: Cressey, éd., Linguistic
Symposium on Romance Languages. Washington, D.C.: pp. 105-122.