Revue Romane, Bind 25 (1990) 1

La lapida de Juan Labrador en la comedia «El villano en su rincon»

por

Annette Maria Myre

La comedia de Lope de Vega El villano en su rincón \ que según Morley y Bruerton fue escrita entre 1611 y 16162, plantea varias cuestiones que han despertado la curiosidad de los estudiosos, animando la polémica en torno a ella y evitando que caiga en el desinterés que durante algún tiempo parecía amenazarla. Sin emabrgo, todavía no poseemos la clave de su interpretación definitiva. Por ello, quizá sea interesante dedicar algunas reflexiones y cavilaciones al texto de esta comedia, con el fin de arrojar alguna luz sobre su contenido temático.

El primero que destacó la complejidad de la pieza fue Marcel Bataillon, quien brinda dos estudios a esta comedia. Le siguieron Everett Hesse, Entrambasaguas, Zamora Vicente, José Aguirre, y más recientemente Francis Day Wardlaw y Juan María Marín . Cada uno de estos estudiosos presenta soluciones originales y discrepantes entre sí a los múltiples y complejos interrogantes que suscita la comedia.

Bataillon fija en su primer artículo una fecha de composición para la comedia, fecha que altera en el segundo. Tiene importancia en relación con el tema, ya que opina que la coincidencia entre las fechas de composición de la comedia y las bodas reales de Ana de Austria e Isabel de Borbón con Luis XIII y Felipe 111, respectivamente, prepara el terreno para la interpretación del tema como exaltación de la monarquía. El hecho de que la comedia haya sido situada en Francia es considerado por Bataillon como argumento a favor de esta conclusión .

Zamora Vicente edita la comedia en 1961 . En el prólogo la compara con otras obras contemporáneas de planteamientos parecidos, pero no llega a definir el tema. Es curioso que no cite a Everett Hesse, que en 1960 publica un artículo en el que señalaba que el tema de la comedia es el amor como fuerza unitiva entre los hombre s6.

Tanto Bataillon como Zamora Vicente y Hesse apuntan al tópico, tan presente en
esta comedia, del 'menosprecio de corte y alabanza de aldea', pero ninguno de ellos lo
define come tema central. A nuestro juicio tampoco parece serlo, pero como tópico o

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marco dentro del que se desarrollan los hechos y actos de la comedia, tiene una
función muy concreta, que confiere a la obra su indiscutido carácter peculiar .

De estas líneas anteriores puede deducirse que hay un rico flujo de opiniones en
torno a esta comedia de Lope de Vega, considerada ya como filosófica, ya como
psicológica.

Entre estas opiniones resaltamos la de Francis Day Wardlaw que señala el enfoque tan original que da Lope en esta pieza al tópico del menosprecio de corte y alabanza de aldea, y la extensión tan inusitadamente larga que tiene en ella. Según Wardlaw el tema central es el sueño pastoril, pero en tanto en cuanto que Lope lo ha rechazado a causa de un cambio en sus propios valores, más que por el rechazo de una convicción literaria8. De hecho, consta que Juan Labrador, el protagonista de la comedia, sufre un cambio de actitud, interno y profundo, paralelo al de cambio de estilo de vida, externo y superficial, al abandonar la vida de la aldea para abrazar la de la corte.

Argumento, tema y tópico

Como ya se ha señalado antes, la vida de Juan Labrador constituye el eje del desarrollo de la trama en esta obra. El vive en su finca grande y próspera, con sus dos hijos y todos sus criados en las afueras de París. En cuanto nos adentramos en la comedia, tenemos noticia de la resolución tan firme como desconcertante que Juan ha tomado de de no ver a su rey. Es tan firme que la hace grabar muy claro, junto con otras frases lapidarias a modo de epitafio en su futura tumba. Un día el rey va de caza por aquellos lugares. Mientras Juan se esconde por no verle, el rey va a la iglesia y lee el epitafio de la tumba de Juan.

El rey, sorprendido ante el texto de la lápida, pregunta a quién va destinado. Al enterarse de que el que ha de yacer bajo la lápida está vivo, decide poner todos los medios para conocerlo. En rey se disfraza y se presenta en la finca de Juan fingiendo ser un caballero de la corte de París y ocultando que es el rey. Juan no le reconoce, y fiel a su ideal aldeano, le ofrece generosamente todos sus servicios. A lo largo de la velada logra decirle repetidas veces que quiere servir al rey, pero que no quiere verlo. La comedia concluye con que Juan es llamado a la corte para servir al rey hasta el fin de sus días. Hay una acción secundaria paralela a la principal: la hija de Juan se casa con un cortesano y se va a vivir a la corte.

En boca de Juan Labrador existen alabanzas de la vida de aldea, o más bien de su
propia vida, así como frases pronunciadas con desdén sobre la vida de la corte, como
corresponde al tópico 'beatus Ule'.

Hay que reconocer, sin embargo, que si bien Juan manifiesta una actitud recelosa
frente a la corte, el desprecio directo no es tan patente:

(Juan)

... no como alla en vuestra casa
con platos y vanidad,
mas con mucha voluntad
al modo que acâ se pasa

(1604)

(Juan)

Parezco un hombre opuesto
al cortesano, triste
por honras y ambiciones,

(392)

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que de tantas pasiones
el corazôn y pensamiento viste.

Puesto que los aspectos «negativos» de la corte, en el caso de que se dieran, son los ingredientes que tiene que incorporar Juan a su vida para poder llevar a cabo la reconciliación a la que le invita el rey, no puede haber un desprecio, sensu stricto, de la corte en la comedia. De modo que el tópico «alabanza/desprecio» está presente, pero desde luego, con los presupuestos antagónicos a la forma típica.

Quizás el desenlace positivo de la búsqueda del tema de la comedia hasta el momento haya sido entorpecido por un falso punto de arranque, que ha consistido en un esfuerzo demasiado unilateral de conjugar la esencia del mensaje con los presupuestos existentes del antagonismo corte/aldea que se ha querido ver en ella.

Si se perfila una oposición entre Juan Labrador y el rey, no será tanto por la oposición aldea/corte encarnada en ellos, como por la incompatibilidad que Juan ha forjado «a pulso» entre los dos, por motivos, para nostros, todavía turbios. La causa de este curioso proceder no se halla más que con explicaciones poco halagadoras para Juan; bien porque tiene una idea fija, bien porque tiene celos del rey que es más poderoso, bien porque orgullosamente sueña con su rincón donde sólo él es el rey, donde su voluntad triunfa, etc..

Con otras palabras, carece de una razón objetiva patente que explique su postura salvando sus intenciones, como muy bien se ha señalado en estudios anteriores. Hasta los hijos, deseosos de ver al rey y conocer la corte, le recriminan con modales nada acordes con los cañones entonces vigentes de autoridad y piedad filial su resistencia a comparecer ante el rey:

(Feliciano)

¿Es posible que nacimos
deste monstruo?

(585)

(Feliciano)

Ni aún hombre mereció ser

(634)

Juan debe, por lo tanto, tener más motivos que el mero despreciar la corte para
procurar no ver al rey de un modo tan activo.

La presentación tan original del tópico del sueño pastoril parece ser un marco dentro del cual se desarrolla la trama de esta comedia, pero con el que Lope de Vega, fiel a su amor por los enredos a distintos niveles, ha podido querer confundir a sus expectadores, o mejor dicho con palabras de Juan Marín: «matiza y rectifica el tópico desde perspectivas barrocas.»10

El epitafio de Juan Labrador.

El primer conocimiento que tiene el rey de Juan Labrador es como objeto y autor de
las palabras de la lápida que casualmente lee en una iglesia en la que está de paso
para oir misa. Expresará el rey entonces:

Yo
diera un notable interés
por que viviera.

(747)

(Rey)

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(Rey)

Yo sf, para conocer
un hombre tan peregrino

(749)

Se verá que la lectura del epitafio por parte del rey va a traer consecuencias para Juan, y para el mismo texto de la lápida, que a raíz del encuentro entre el rey y Juan tendrá que ser reesculpido en la lápida definitiva por no cumplirse lo que allí estaba escrito. Los hechos que componen la trama se precipitan en un sentido opuesto al que tenían al comienzo de la comedia una vez que el rey lee el texto de la lápida. Tan es así que los puntos previstos, presupuestos y escritos por Juan en la lápida no se cumplen. Con el encuentro con el rey, que resultó de su lectura de la lápida, debe renunciar al primer punto del epitafio y con él a todos los demás.

En el citado encuentro, que es el momento culminante de la comedia, se oponen
las voluntades de los dos hombres de forma antagónica.

(Juan)

Yo propuse, Feliciano,
de no ver al Rey jamâs,
pues de la tierra en que estas,
yo tengo el cetro en la mano.

(495)

iQue tenga el aima segura y el cuerpo en tanto descanso! Pero, ipara que me canso? Digo que es envidia pura yquelohedever.

(1020)

(Rey)

El deseo, o idea fija de no ver al rey que tiene Juan, es un problema que el mismo se ha creado y desorbitado, hasta el extremo de convertirlo en el contenido de su epitafio, precipitando la redacción de este. La reacción del rey no es más que una consecuencia al fin y al cabo de la postura de Juan. AI iniciarse la comedia, Juan es el que juega el papel más activo, dando las premisas del desarrollo característico de esta comedia. Poco a poco el rey va entrando en la trama de la comedia y al asumir progresivamente el papel de protagonista, va dejando a Juan en un plano más pasivo.

El ritmo de la actividad de Juan va decreciendo con las adversidades que le sobrevienen;
ver al rey, el irse sus hijos a la corte, etc., y son estas mismas adversidades las
que él pensó evitar, grabando este deseo en su tumba.

Poco a poco va soltando las riendas de su propia vida. En efecto, cada vez va
siendo menos el rey en su rincón. Pasa de regente autónomo a siervo sumiso.

Hasta el último acto, la actitud de Juan en los diferentes momentos a lo largo de la comedia ofrece un cuadro tan consecuente con su gran propósito que nos vemos obligados a estar de acuerdo con aquellos que sugieren que él es soberbio.11 ¿No será eso lo que le hace huir del rey, más que porque en el fondo desprecie la vida cortesana? Wardlaw señala, a nuestro juicio con gran acierto, que Juan no es el exponente de una paz total y confiada en sí mismo, sino que parece más bien haber tomado estas medidas de comportamiento por estar amenazado.

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Veamos corno se había imaginado Juan su situación al abandonar este mundo:

«Yace aquf Juan Labrador,
que nunca sirviô a sefîor,
ni vio la corte, ni al Rey,
ni temiô ni dio temor;
ni tuvo necesidad,
ni estuvo herido ni preso,
ni en muchos aflos de edad
vio en su casa mal suceso,
envidia ni enfermedad.»

(735)

Se desprende que el programa que se ha impuesto Juan en el epitafio es como una meta, cuyo cumplimiento podría resultar en una aspiración difícil para él, ya que no depende solamente de su voluntad. Si bien es cierto que luchó por obtener su fin como si todo dependiera únicamente de él.

Una de la ironías de esta obra es que la trama consiste prácticamente en reducir a la nada las aspiraciones que Juan daba por hechas e hizo grabar en su lápida, probablemente no sin cierta dosis de presunción. La vanidad de Juan consistiría en contar tan sólo con su voluntad, lo que había llegado a constituir un reino para él, sin contar con la voluntad del rey para la consecución de sus fines.

(Rey)

Vasallo que no se mira en el Rey, esté muy cierto que sin concierto ha vivido, y que vive descompuesto

(2902)

El hombre prudente puede tener y vivir según una intuición que le dicta tener respeto ante el destino, providencia o como lo queramos llamar. Con cuidado mirará hacia el futuro sabiendo que las garantías de tenerlo en sus manos son muy pocas. Juan hizo todo lo contrario a lo que dice el proverbio que resume la sabiduría popular: «Nunca dirás que de este agua no he de beber.»

Dio por hecho una serie de bienes, hasta el punto de grabarlos como epitafio en su propia tumba, antes de morir. Incluso una cosa relativamente inocua, como la decisión de no ver al rey, excedería sus dominios, por muy «rey en su rincón» que fuera. No contó con la voluntad del otro rey.

Quizás su error o pecado consistiera precisamente en presumir una vida según su escala privada y única. La reconciliación sería precisamente renunciar a ella, para conseguir bienes mayores, y vivir en unión con el rey, no sólo, como muy bien expresa en su edición J. L. Aguirre:

Juan Labrador se aferra a su vida solitaria; la defiende hasta el último instante,
porque se considera rey en su rincón, sin necesidades ni ambiciones
superfluas.

Al finalizar la comedia contemplamos pasmados cómo no se han cumplido las
presunciones «lapidarias» de Juan. Todo aquello que quiso esquivar en el camino de
la vida le ha sucedido con una intensidad que él no hubiera sospechado.

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Las afirmaciones de Juan Labrador, exponiendo sus intenciones, purgadas por la contradicción, son al final muy diferentes de aquellas con las que adornó la lápida. Lo expresan las palabras como temblar, temer, atrever, tanto mal poseo, etc., que aparecen en los versos expuestos a continuación:

Juan:

«Al sol tiemblo.»

(2909)

a lo que responde el rey:

Rey:

No temas; que a este convite no he de colgar del cabello, como el tirano en Sicilia, el riguroso instrumento;

(2910)

Juan:

A descubrir no me atrevo
mi muerte.

(2932)

Juan:

y desde entonces tanto mal poseo, que parece del cielo este castigo. Por solo verte (lo que apenas creo) dejando mi rincon, tus salas sigo, llenas de tus pinturas y brocados y de la multitud de tus criados. Aca" tengo mis hijos, que no siento tanto como el hallarme yo en persona en medio de tan Sspero tormento; y si te enojo, gran Seflor, perdona.

,(2794)

La transformación que ha sufrido Juan desde ser el de la lápida, hasta ser el de la
reconciliación, hace posible que diga estas palabras:

Juan

Ya declina conmigo la fortuna,
porque ninguno puede ser llamado
hasta que muere bienaventurado.

(2452)

Percibimos un viraje en el modo de ser de Juan, que va de una actitud triunfalista que dirige solo los designios divinos en la dirección que a él le place, a una actitud sumisa y humilde con la que acata rendido lo que el destino, el rey o Dios le brinda. Y es en este momento en que Juan Labrador se propone servir al rey, por encima, evidentemente, de sus personales preferencias, cuando tiene lugar la reconciliación.

Encontrándonos con la lápida en el momento cumbre del desarrollo de la trama de la obra, el momento en el que culmina el tópico alabanza de la aldea y desprecio de la corte, por el encuentro entre el rey y el villano, pensamos que la lápida constituye un núcleo en la estructura de la comedia y que esconde las claves del tema.

El texto de la lápida da una visión de Juan que precisamente es la que es suceptible de un cambio. Enfoca la postura que hace necesaria una reconciliación, y la que el rey debe perdonar, y de hecho perdona, dando a la obra su sentido último. A nuestro juicio, el tema de la comedia podría ser la contingencia humana ante el destino, o

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dicho de otro modo, la impotencia propia del ser humano de regular su futuro con la
mera voluntad.

Annette Maria Myre

Universidad de Estocolmo

Resumen

Se discute sobre cuál es el tema de la comedia El Villano en su rincón de Lope de Vega. Teniendo en cuenta la trascendencia que cobran las palabras de la lápida en el desarrollo de la trama de comedia, opino que éstas dan la clave del tema: la impotencia de la voluntad humana para regir su propio destino.



Notas

1. El Villano en su rincón, Edición, estudio preliminar y notas de Alonso Zamora Vicente. Madrid, Gredos 1961. La numeración de los versos que utilizamos sigue a esta edición.

2. Morley, D. S. and Bruerton, C. Cronología de la Comedias de Lope de Vega, Madrid, Gredos, 1968.

3. Bataillon, M.: «El Villano en su rincón», BH LI (1949)p. 5-38 y «La nouvelle critique de la Comedia lopesque: de la métrique à l'histoire». BH, XLVIII (1949). Hesse, E.: The sensé of Lope's El Villano en su rincón, SP LVII (1960)p. 165-177. Entreambasaguas, J.: Estudio especial de El Villano en su rincón, I y 11, Barcelona, Teide, 1961. Day Wardlaw, E: «Lope's rejection of the pastoral dream», BHS, LVIII (1981)p. 113-119. Aguirre, J.L.: Lope de Vega El Villano en su rincón, Barcelona, Clásicos y Ensayos Aubf. Marín, J.M: El villano en su rincón, Madrid, Cátedra, 1987.

4. Op. cit.

5. Confróntese nota 1.

6. Op. cit. p. 177.

7. Nos atenemos a la definición del tópico de Wolfgang Kayser en Interpretación y análisis de la obra literaria, Madrid, Gredos, 1985 p. 93.:«...investiga la tradición literaria de ciertas imágenes fijas y concretas, de motivos o también de pensamientos estereotipados, y, por otra parte persigue la tradición de ciertos modos técnicos de expresión.»

8. Wardlaw, op. cit. p. 113. Aguirre, op, cit. p. 73: «Lope asesina uno de los tópicos renacentistas más cantados y por ello más cansados y manidos.»

9. Hesse, op. cit. p. 173.

10. Op. cit. p. 45.

11. Hesse, op. cit. p. 166, Bataillon, op. cit. p. 30, Wardlaw, op, cit. p. 117.

12. Wardlaw: p. 114: «Nevertheless, on doser reading one realizes that Juan's attitude reflects not the quiet confidence of the person who is sure of himself, but the belligerence of someone who feels threatened and afraid.»

13. Aguirre, op. cit. p. 72.