Revue Romane, Bind 19 (1984) 1

Archivum Calderonianum. Band 1: Hacia Calderón, ed. Hans Fiasche y Robert D. F. Pring-Mill. 1982. 100 págs. - Band 2: Hacia Calderón, ed. Hans Fiasche. Wiesbaden, Franz Steiner Verlag. 1983. 185 págs.

John Kuhlmann Madsen

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Los dos primeros tomos del nuevo Archivum Calderonianum estân dedicados a la publicaciôn de las ponencias presentadas en sendos Coloquios anglogermanos sobre Calderôn, el primero —que lleva el numéro cinco en esta série de reuniones— celebrado en Oxford en 1978, y el segundo, en Wiirzburg en 1981. En el tomo II se aprecia una apertura hacia el mundo no-anglogermano; en él han presentado sus ponencias especialistas procedentes de otros paises. Esta apertura se ve reflejada también en el hecho de que a partir de este afïo de 1984 los Coloquios se conviertan en congresos, segûn consta en la solapa del tomo 11.

En el tome I, el llorado E. M. Wilson comienza un articulo sobre Calderôn y Cervantes (pâgs. 9-19) con estas preocupadas meditaciones: "Hoy en di'a todos tenemos la propension a ser especialistas en el teatro, en la poesia lirica, en la novela, o en un conglomerado miscelâneo que llamamos "pensamiento", De esta manera, nos dedicamos a leer innumerables comédias, poemas, novelas y tratados, o, si no, centramos nuestra atenciôn en un solo autor, que a menudo descuella en uno de esos géneros, y leemos todo lo que él y sus predecesores inmeriatos han escrito, descuidando por lo gênerai a los que le siguieron. La pobreza de lo que se entiende por historia literaria ha ido contra el tratamiento histôrico de la literatura (..)." En el resto del articulo desentrana lo que Calderôn tomo prestado de Cervantes: algunos rasgos de don Quijote (tal como se le vio en el s. XVII); la alegoria cervantina de La casa de los celos, que, modificada, aparece en la opéra La purpura de la rosa; el argumento de La cueva de Salamanca, vertido en El dragoncillo. Antes de emprender la comparaciôn mencionada, Wilson expresa el temor de que el "intento de relacionar a ambas figuras (pueda) quizâ parecer deliberadamente paradojico". Con sus preocupadas palabras, se une asi a las voces, cada di'a mâs numerosas, que se levantan contra la especializacion, lo mismo en las humanidades que en las ciencias. No obstante, el hecho -no menos paradojico que la labor de Wilson, pero quizâ explicable por algo intn'nseco ala vida universitaria- es que cada afio se celebran mas congresos especializados. Piénsese nada mâs que en el dedicado a las poquisimas paginas del Lazarillo.

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Por lo que se puede desprender de los dos tomos reseñados, es difícil ver qué dirección va tomando el calderonismo anglogermano o internacional en los años 80. Más que nada el conjunto de artículos se caracteriza por la variedad de puntos de vista y de métodos. Relacionado con esto -creo- está el hecho de que buena parte de los artículos recogidos en elArchivum desmientan, más enel tomo I que enel 11, la afirmación de Wilson. Excusado es decir que la obra de Calderón constituye el centro de gravitación, pero por otra parte es impresionante la variedad de enfoques: desde la relación con los libros de caballerías (A. Valbuena-Briones sobre la inspiración de La puente de Mantible y El castillo de Lindabridis) hasta la recepción de Calderón en Alemania (Sullivan: Un manuscrito desconocido de la refundición por Goethe del Standhafte Prinz y Briesemeister: La crítica calderoniana en Alemania durante la segunda mitad del siglo XIX). Estos estudios aparecen enel tomo I, junto con otros en los que se tratan aspectos de El alcalde de Zalamea (Bryans y Evans, sobre los que vuelvo más abajo), rasgos históricos o filosóficos de unos autos sacramentales (Hillach y Neumeister) y las formas del entremés de Calderón y sus implicaciones sociales (Aubrun).

Los diez y siete estudios que componen el tomo II versan en su mayoría sobre aspectos parciales de comedias y autos. Constituyen una excepción los de Pring-Mill: Calderón de la Barca y la fuerza ejemplar de lo poetizado, discusión de algunos conceptos tratados por A. A. Parker, a quien va dedicado el tomo II; Hidalgo-Serna: La antropología en Calderón; Raposo Bravo: Calderón y el arte, sobre la deposición que hizo Calderón en el pleito a los pintores el año 1676; Grokenberger sobre la adaptación por Werner Egk de El mayor encanto, amor; Rodríguez Cepeda: Notas sobre Calderón y el siglo XVIII español.

En su artículo sobre Huarte de San Juan, Cervantes, y El alcalde de Zalamea, John E. Varey compara El celoso extremeño -Carrizales- y El alcalde de Zalamea —Pedro Crespo— a la luz del Examen de ingenios, y específicamente de "las edades del hombre", según Huarte. La vejez se cuenta a partir de los 45 años, "en la cual está el cuerpo frío y seco"; el ánima racional se hace "prudentísima, justa, fuerte y con temperancia". Los viejos, sin embargo, tienden a ser cobardes, avarientos, sospechosos, de mala esperanza, desvergonzados e incrédulos." (pág. 169). También se comparan Loaysa y el Capitán "(..) el hecho de que se retire (Isabel) llama la atención del Capitán, y decide verla, cueste lo que cueste; ello le convierte en un Loaysa." (pág. 172). No es la intención de Varey abogar por una influencia directa en Calderón ni de Huarte ni de Cervantes, porque las suyas eran "ideas que estaban entonces en el aire". Pero el caso de Crespo es interesante; sería tan fácil considerar al viejo protagonista un hombre prudente. "El se cree prudente, por lo menos, aunque no lo es en la opinión de otros personajes; a pesar de ello, sus acciones, por prudentes que sean, no siempre redundan en su beneficio. Razona, escoge bien según sus luces, pero la vida no es tan fácil. Pedro Crespo es otro ejemplo más en la producción dramática de Calderón del personaje cuyas acciones obran a veces en sentido opuesto al deseado." (pág. 175). Carrizales tiene algunas de las características propias de su edad, por ejemplo la de ser "sospechoso", pero aunque crea ser prudente, su casamiento con la joven Leonora y las precauciones tomadas resultan ser todo menos prudentes. El conflicto del "sospechoso" Carrizales nos le deja en ridículo, pero el modo de obrar de Crespo es menos evidente. Por eso, debemos saludar la invitación de Varey a estudiar el concepto de prudencia, lo mismo que se ha estudiado el del honor.

En El alcalde de Zalamea y el sub-género, Bryans se ha propuesto interpretar algunos
rasgos de la citada comedia, según una comparación con otras comedias del mismo tipo

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(sub-género: "un tipo de comedia que se reconoce por una estructura básica común a más de una comedia"). El sub-género en cuestión es "la comedia del villano que venga su agravio" (tomo I, pág. 43). Estudiando los rasgos comunes de Peribáñez, El mejor alcalde,el rey de Lope, El labrador de Tormes y El alcalde de Zalamea de Lope o un autor desconocido, y tomando en cuenta después el contorno histórico, llega a varias conclusionesparciales, entre las cuales nos interesa aquí la que tiene que ver con Pedro Crespo: "(..) si se considera a Crespo sólo como un héroe ejemplar resulta muy difícil justificar sus acciones (..). Pero cuando se ve a Crespo como un héroe que mediatiza entre un ideal cristiano y el mundo verdadero deja de ser necesario el justificarlo. (..) Así en esta escena Crespo participa a la vez en un mundo superior y en un mundo imperfecto de la realidad. Tal participación le permite desempeñar el papel que le corresponde como héroe en una comedia de este sub-género." (pág. 46).

En el mismo tomo I vemos que a pesar de los evidentes peligros de la especialización, estos coloquios (y las actas correspondientes) ofrecen la ventaja de una más directa confrontación de ideas. Las actas publicadas no presentan ninguna discusión de las ponencias. Pero en el tomo I hay un artículo sobre Pedro Crespo y el Capitán, donde Peter W. Evans ofrece otro análisis bien diferente de los dos arriba-mencionados, con una discusión implícita con Bryans. El punto de partida lo constituyen las contradicciones de la comedia. Es decir, concuerda con Bryans en lo complejo de la personalidad de Crespo. Ciñéndose al texto, Evans llega a las siguientes conclusiones: "(..) la armonía de la casa de Crespo es una ilusión. (..) La racionalización de su propia conducta ante el capitán (..) puede convencer a Crespo de que no pretende vengarse. Pero las incongruencias de la comedia demuestran lo contratio. Esa racionalización le hace tan ridículo como el capitán." (pág. 53). La discrepancia con Bryans en cuanto al ideal cristiano queda patente en la siguiente cita (pág. 49): "El triunfo de la ley pedrocrespiana al final de la obra es la victoria de la autoridad de la familia del siglo de oro. En El alcalde de Zalamea Calderón acentúa la ideología de la familia sin querer ignorar que esta armonía doméstica es a menudo una ilusión, construida sobre las ruinas de una ideología definida ante todo por la violencia: en este caso sabemos que es una ilusión porque Crespo matará al capitán por venganza."

Copenhague