Revue Romane, Bind 18 (1983) 2

Marius Sala, Dan Munteanu, Valeria Neagu Tudora, Sandru-Olteanu: El español de America. Tomo I. Léxico. Parte primera y parte segunda. Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, LX y LXI, Bogotá, 1982, XXXII + 623 + 497 págs.

John Kuhlmann Madsen

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Este primer tomo de un trabajo más extenso constituye una ampliación muy ambiciosa de
otra monografía publicada hace poco por el mismo equipo de hispanistas rumanos: El léxico

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indigena del español americano. Apreciaciones sobre su vitalidad (Bucarest-México 1977). "La finalidad (..) es dar una imagen lo mas clara posible de la difusión de fenómenos del españolde América inexistentes en el español común." (pág. XVII) Al estudio del sustrato indígenase añade ahoTa una investigación sobre la posición que ocupan las lenguas de adstrato y sobre el desarrollo específicamente americano de elementos existentes en el español común.El primer tomo abarca el léxico y se anuncia la publicación de un segundo tomo, que tratará de la fonética, la morfología y la formación de palabras.

El método de trabajo consiste en una revisión y síntesis de las informaciones publicadas en diccionarios, monografías y artículos. También entra -con mucho menos peso- una encuesta realizada para comprobar la distribución de una serie de sinónimos. Más que nada esta obra constituye una valoración y reorganización de datos existentes. Como todo investigador que se ocupe de Latinoamérica, los componentes del equipo de investigación han tenido que renunciar al manejo de muchas publicaciones de difícil o imposible acceso. Por esta razón y también por la línea misma de su investigación han preferido dejar vacíos en vez de ponerse a investigar sobre los problemas que hubieran podido llenar estos vacíos. En este sentido "esta introducción es de carácter abierto a cualquier enmienda (..)" (pág. XVIII)

Los autores se hacen eco de las críticas hechas a muchos estudios sobre americanismos de presentar gran cantidad de curiosidades léxicas que sólo los especialistas saben lo que son. Por eso, aunque el inventario de indigenismos se ha ampliado considerablemente en comparación con el del estudio de 1977, resulta mucho más restringido de lo que hubiera podido ser si se hubiesen registrado todos los vocablos contenidos en la extensa bibliografía consultada. Para éste como para los demás inventarios, se ofrece una relación de las fuentes seleccionadas. Sin haber podido analizar éstas en detalle, creo que la selección queda justificada por los resultados que rinde. Sólo en un par de casos me ha sorprendido la restricción impuesta: en el inventario de 1.2.1.1 (sentidos americanos de formas existentes tamftién en el español común) donde los autores se limitan a manejar sólo un puñado de manuales y diccionarios "para no ampliar excesivamente el volumen." (La cursiva es mía.) El mismo argumento se aduce en el 1.2.1.2.3.1. Tal limitación no parece concordar muy bien con la finalidad mencionada antes, porque puede dañar de por sí el equilibrio de los componentes del corpus total.

Es impresionante, por otra parte, la cantidad de información que se ha reunido en los varios inventarios que constituyen el corpus. Estos inventarios son fruto de la revisión de datos mencionada en las líneas anteriores y de ellos depende el resto del estudio. Para dar una idea de sus dimensiones, ofrezco a continuación las cifras totales correspondientes a los elementos de sustrato y adstrato: Elemento indígena 1432 palabras, elem. inglés 888, elem. italiano 364, elem. francés 351, elem. africano 136, elem. portugués 94 y elem. alemán 16 (ver la conclusión al § 1 : Diferencias de inventarío pág. I, 619). La estructura de las entradas de los inventarios se ha hecho según un sistema ingenioso presentado en el apartado 0.4. Tal como yo lo veo, esta explicación deja lugar a algunas dudas sobre la colocación de ciertas informaciones de geografía y significado.

No obstante la gran importancia atribuida a los inventarios, lo verdaderamente nuevo en un estudio de este tipo debe de ser el aspecto cualitativo que ofrece. En una serie de Anexos se registran todos los vocablos de los inventarios según tres criterios: 1) la difusión geográfica, 2) la riqueza semántica, 3) la capacidad de derivación. Los tres se subdividan en tres según el número de países en los que se ha encontrado el elemento, la cantidad de sentidos que tiene y la cantidad de derivados que se han documentado. Mediante una clasificación de estos rasgos se obtiene la vitalidad del elemento. Este análisis correlativo del mero inventario merece la atención de todo dialectólogo y americanista.

En lo que sigue ofrezco un resumen de la estructura de este estudio sobre los fenómenos
del español de América inexistentes en el español común.

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En primer lugar se hace la distinción entre diferencias de inventario (I.) y diferencias de distribución (2.). Los párrafos dedicados a los inventarios están organizados todos —con una pequeña excepción— según los mismos criterios; esto permite una lectura "horizontal" de esta parte, con mucho la más importante, del tomo I. La primera división del §1 se ha hecho siguiendo los planos del signo lingüístico: en 1.1 se presentan todos los vocablos exclusivamente americanos (contenido + expresión) y en 1.2 están los que en América han adquirido un nuevo significado (contenido). La subdivisión que le sigue a ésta se ha hecho de acuerdo con las causas de aparición del elemento: causas internas (1.1.1 y 1.2.1) y causas externas (1.1.2 y 1.2.2). Las internas son las que han supuesto una evolución procedente del español común (afijos españoles y nuevos sentidos evolucionados de las formas españolas). El estudio de la afíjación queda pospuesto para el tomo II (formación de palabras). Las causas externas son las lenguas con que ha entrado en contacto el español de América: las indígenas, el inglés, el francés, el italiano, el portugués, las lenguas africanas y el alemán. Por lo que se refiere a la aparición de nuevos sentidos (sobre formas españolas) sólo se registran: el inglés, el italiano, el francés, el portugués y las lenguas africanas.

El §2 se dedica al estudio de las palabras que siguen existiendo en el español común con el mismo sentido. En este corpus se han hecho cuatro calas: 2.1 : palabras que pertenecen al español medio americano y a algunas variedades del español peninsular; este punto se subdivide en tres según que las palabras sean arcaísmos en el español peninsular (2.1.1), o bien regionalismos (2.1.2) o bien variantes diastráticas, más que nada pertenecientes a la terminología marítima (2.1.3.). En el 2.2 se estudian las diferencias de distribución de los sinónimos, en el 2.3 la frecuencia distinta de algunas palabras indígenas dentro del español americano, y en el 2.4, las palabras que en América se encuentran en combinaciones fraseológicas nuevas.

Como se desprende de lo que acabo de resumir, y en particular de lo dicho sobre los inventarios, el punto crucial se encuentra en la definición de 'el español común ': sobre lo que no se encuentra en él se montan todos los inventarios y en éstos se basan todas las conclusiones cualitativas. Ahora bien, para registrar todos los vocablos o sentidos particulares los autores se han basado en el Diccionario de la Real Academia Española. Se han registrado todas las informaciones que ofrece el DRAE. Se han usado muchos más diccionarios, pero para definir si un elemento pertenece o no al español común, la autoridad ha sido el DRAE. Como todo el mundo sabe la Academia siempre ha manifestado un prudente conservadurismo, y en otros diccionarios hay multitud de entradas que llevan la indicación "usual, pero no incluida en el DRAE". Los autores admiten que en un par de casos no son de fiar sus listas basadas en el DRAE. Esto sucede en el estudio de los anglicismos, donde la Academia no ha aceptado muchas de las palabras que circulan corrientemente en España. Si éstas se han encontrado en obras en las que se describe el español de América, han sido registradas erróneamente en el libro que reseño. Si se sustituyera el término 'español común'por el de 'españolaceptado por el DRAE' desaparecería el equívoco. Con todo, parece que esta reserva se impone sólo en el 1.1.2.2 (págs. 303-431 de la primera parte); los demás adstratos no tienen igual impacto sobre el español de hoy.

En la conclusión a 1.1 se ofrecen unos porcentajes que explican la importancia que tiene cada una de las lenguas extranjeras en el conjunto de los americanismos. Es interesante ver cómo la difusión geográfica concede prioridad al elemento inglés, mientras que las lenguas indígenas ofrecen mayor grado de productividad (cantidad de derivados) y mayor riqueza semántica (pág. 619). Igual de interesante resulta la corrobación de lo que opinaba Amada Alonso: "las diferencias entre las dos variantes del español no representan un factor que por su importancia cuantitativa y; particularmente, cualitativa, contribuya a transformar el español americano en un idioma distinto del español común." (pág. 11, 493).

Copenhague