Revue Romane, Bind 18 (1983) 2

Howard Mancing: The Chivalric World of Don Quijote. Style, Structure, and Narrative Technique. Columbia & London, University of Missouri Press, 1982. 240págs.

John Kuhlmann Madsen

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Entre los varios problemas con que se encuentra el lector de obras clásicas el más general y, al mismo tiempo, el más peliagudo es el de la simple lectura: llegar al sentido del texto sin dejarse ofuscar por las ideas preconizadas por una crítica tendenciosa. Hojeando la bibliografía cervantina, se puede llegar a la conclusión de que todo es posible: hay Quijotes políticos, heroicos, cabalísticos, etcétera. Si bien la diversificación crítica debe de caracterizar muchas obras clásicas, el caso del Quijote parece extremado. Sin embargo, hace veinticinco años Osear Mandel propuso una línea divisoria entre dos clases de críticos del Quijote, según la posición que se adopta en cuanto a la locura/cordura del protagonista: los críticos "duros" tienden a ver en don Quijote al loco que se inventa un mundo irreal e imposible; desde el Romanticismo muchos son los que le consideran un héroe idealista, de buena fe, pero maltratado por un mundo hostil. Parece que el primer grupo de críticos siempre ha sido más fiel al texto, mientras que algunos del otro han inventado toda clase de Quijotes que son difíciles de localizar en las páginas de la novela. La investigación de Howard Mancing (HM) se caracteriza por su interés por el texto y por su respeto hacia él. Según consta en su libro, para él el punto de partida para cualquier interpretación está en un análisis pormenorizado del texto. Dice en la pág. 125: "(. .) I believe that the studies carried out by Madariaga, Avalle-Arce, Alien, and others who trace the évolution of character, style, thème, and narrative technique are those that contribute most to our reading of Don Quijote. For thèse reasons, I hâve consciously attempted to incorporate my own work into this tradition."

Como indica el título de la monografía, HM se limita a estudiar el mundo caballeresco del Quijote. Lleva a cabo una lectura desde dentro en la que se toman muy en serio todas las señales que ofrece el texto en lo que se refiere a la "andante caballería", partiendo siempre de lo que dice el autor en su prólogo: "Todo él es una invectiva contra los libros de caballerías", cita que toma HM como lema para su análisis de la primera parte (1605). Por esa razón, pasa por alto unos cuantos pasajes, p.ej. Dorotea sólo le interesa como instigadora de la vuelta de la segunda salida, es decir, como Princesa Micomicona, no como parte de la historia de amor Fernando-Dorotea-Cardenio-Luscinda. Las historias del curioso impertinente y del cautivo apenas tienen cabida en el estudio. En esa misma línea se explica el que el escrutinio (I, VI) más que nada sirva para caracterizar a los personajes -en especial al cura-, y no para poner de manifiesto los gustos de Cervantes.

Además de una explicación capítulo por capítulo (o, mejor: sección por sección), HM expone cuatro tesis, a saber: 1) "that Don Quijote begins to retreat from his chivalric fantasy and to reach an accord with reality in part I of the novel rather than in part II as is generally believed;" 2) "that Sancho Panza both undermines and sustains his master's fantasy from thè start," 3) "that the priest and the barber are not, as first presented, Don Quijote's friends, but rather his greatest enemies;" y 4) "that Cide Hamete Benengeli becomes increasingly unreliable as a narrator and increasingly comic as a character in the second part of the novel." (pág. 1) HM quiere poner una pica en Flandes analizando y explicando la evolución de don Quijote como caballero andante -ya en la primera parte-, y con ella, la evolución de los que le rodean, especialmente la de Sancho y la de Pero Pérez.

La evolución que según HM sufre don Quijote en su calidad de caballero andante, se refleja claramente en los títulos que se ponen a los cinco capítulos de la monografía: 1. Knighthood Exalted (DQ I, I-X); 2. Knighthood Compromised (DQ I, XI-XXVIII); 3. Knighthood Defeated (DQ I, XXIX-LII); 4. Knighthood Imposed (DQ 11, I-LXXIII); 5. Knighthood Denied. En el libro de HM saltan a la vista los gráficos que ofrece para ilustrar

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Figure 5.2. A Simplifiai Version of Don Quijote's Career as a Knight-Errant (Parts I and II)

su exposición. Veinticinco en total. El que ilustra la evolución estudiada bajo los títulos
a que me he referido está en la pág. 171 (Figure 5.2):

La opinión de HM se diferencia de la de muchos otros investigadores, desde la "Guía" de Madariaga, en que éstos sólo han visto una evolución del personaje principal en la segunda parte. Para HM "(. . ) quite early in part I -specifically in chapter 10- Don Quijote begins to retreat from his original conception of himself." (pág. 32) Desde mi punto de vista los análisis que HM presenta justifican esta tesis.

El camino que ha seguido HM para llegar a su importante conclusión tiene su origen en una lectura de la novela como libro de caballería. En éstos hay un rasgo peculiar que es el lenguaje arcaizante, que, junto con la imitación, parece constitutivo del género. Para HM "Don Quijote only uses this style (i.e. arcaizante) when he is consciously acting and speaking as a knight-errant, but he does not always use it when he is a knight. Archaism is a sign og Don Quijote's conscious chivalric role, but that role is not invariably signaled by archaism." (pág. 30)

Como afirma HM, es imprescindible distinguir entre rasgos arcaizantes para el lector moderno y los que lo eran para los contemporáneos de Cervantes. HM opta por hacer sus recuentos a base de tres rasgos fundamentales: /- (Jablar en lugar de hablar), -edes (sabedes, 2a persona de plural) y la palabra cautivo en su sentido antiguo de pobre, desdichado. Si no aparece como mínimo uno de estos rasgos no se toma en cuenta el enunciado ("speech"), pero si en el mismo aparecen otros rasgos de la lista que sigue, éstos se incluyen también. Son: el futuro analítico (levantarse han), determinativo redundante (la vuestra casa), las formas non, vos, e; además los siguientes vocablos: afincamiento, ál, asaz, atender, ca, catar, desaguisado, fenestra, guisa, infante, lueñe, maguer, membrarse, prez, pro, tabla, talante, vegada, (págs. 16-20) El aprendice A contiene una lista completa del uso de estos arcaísmos en la novela (según el criterio indicado). Si bien convence la elección de rasgos y vocablos, me parece que como base para una cuantificación puede resultar peligroso el criterio seguido, de considerar sólo los tres primeros como constitutivos. Sorprende que el autor no se haya dado cuenta de este peligro, pues al presentar los rasgos, en la pág. 17 dice que "Of Don Quijote's 172 archaisms, 81, or 48 percent, are thè /-. The narrator and other characters who are less inventive than Don Quijote use thè/- even more frequently: 73 (74 percent) of 99 archaisms. Thus, of thè 271 archaisms in Don Quijote, 154, or 57 percent, are thè /-. If this study of archaism in thè novel were reduced merely toan examination of this one phonological form, its essential nature would remain unchanged." Lo que sucede es que, según el recuento de HM, el resto, el 52 por ciento de los arcaísmos de don Quijote, está en los trozos que ya contienen uno de los tres rasgos fundamenta les. Además, ¿cómo se puede caracterizar al personaje principal a base esto, si otros personajes usan el rasgo más importante en mayor grado y sin una función clara? Otro punto discutible es el de registrar sólo los enunciados directos (inquit) y no los que el narrador atribuye a un personaje ; parece que HM descarta en sus recuentos un estilo indirecto libre o un efecto irónico en el texto del narrador. Otra premisa que tampoco me convence es

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la de contar los "speeches" de cada personaje con el objeto de medir así su importancia en la novela; en los dramas parece un procedimiento viable, pero si en la novela hay trozos, incluso largos, narrados por uno de los personajes, además de los nanados por el narrador, creo que los fines estadísticos no justifican el método. (En la nota 36 de la pág. 27, en la que se explica el método, no hay ninguna discusión sobre esto.)

Don Quijote no es el único personaje que emplea arcaísmos. Tanto el narrador como otros personajes los usan (ver apéndice A), algunas veces con la función de imitar a don Quijote, burlándose de él, otras sin función aparente. A esta luz, la "quijotización" de Sancho de que hablaba Madariaga es interesante, porque los arcaísmos que él emplea aparecen todos en la parte central de la primera parte, capítulos XV-XXXI. En cuanto a los arcaísmos esporádicos de otros, HM no dice nada concluyente: los de la sobrina, de Pedro Alonso y de otros personajes secundarios, reciben, en la primera sección, sólo este comentario (pág. 44): "Interestingly, chivalric archaism comes into general use at thè end of this section (. . )". Creo que para ver el cargo funcional de un rasgo, se deben aislar primero las situaciones en que lógicamente -es decir: según la hipótesis- puede aparecer y luego ver si de verdad aparece o no.

Los recuentos y cuadros sobre los arcaísmos se resumen en el siguiente gráfico (pág.
31):


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Table 1.3. Analysis of Don Quijote's Archaic Speeches (Part 1)

Para suplir los recuentos de los arcaísmos, HM ofrece también una relación de cinco clases de motivos caballerescos: las referencias que hace el protagonista a 1) su misión, 2) su valor, 3) las normas de la orden de caballería, 4) la onomástica caballeresca y 5) su invocación a Dulcinea (ver lista completa en el apéndice B). El gráfico que sigue ofrece los motivos en su conjunto (pág. 37):

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Figure 1.9. Don Quijotc's Use oí Ail Chivalric Motifs (Part I)

HM concluye: "Again, the conclusion is évident: Don Quijote's entire chivalric rhetoric tends to decline as the novel progresses. If his mode of discourse changes, it would seem to follow that he himself changes." (pág. 37) Pero admite (ibid): "(los gráficos) do not, in and of themselves without further supporting évidence, form anything even resembling an definitive statement on the nature of the chivalric world of Don Quijote." Si se suman los datos contenidos en los gráficos 1.2 y 1.9 (arcaísmos y motivos caballerescos) se podría llegar a otra conclusión que la referida, y por ello me permito ofrecer a continuación una reelaboración de los dos gráficos de HM:


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Es evidente que se puede trazar una línea descendente desde el capítulo II al LII, pero también cabe interpretar las columnas como sigue: después del fervor inicial, hay unas pocas erupciones (gran cantidad de expresiones caballerescas), unos pasajes que tienen variasexpresiones (de 9 a 15) y otros en que hay pocas o ninguna (ninguna en los capítulosXII, XIV, XXIII, en los capítulos VI, XXVII, XXVIII, y los restantes sin expresiones caballerescas don Quijote no habla en absoluto). Creo que esta interpretación casaría muy bien con algunos de los excelentes análisis que hace HM de los silencios de don Quijote. Tomando como ejemplo el capítulo XXV, apenas comentado por HM, se deduce de mi cuadro que es el segundo en cuanto al número de expresiones caballerescas (9 arcaísmos más 18 motivos). Por lo tanto, debería constituir una cumbre en la parte central. HM no

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lo toma en cuenta, seguramente porque rompería su línea descendente (y también otra, no incluida en esta reseña, que figura en la pág. 118). Creo que una erupción de caballerosidades casi exigida por la situación: viene después de la historia de Cardenio, y en el capítulo XXV se prepaia la penitencia y se redacta la carta a Dulcinea (que contiene 6 de los arcaísmos).

Si lo más importante que ha sacado Alonso Quijano de sus lecturas es el principio de imitación, su éxito puede medirse según su capacidad de actuar y hablar como Amadís, Tirante, Belianís y los demás héroes de sus libros. HM analiza con gran perspicacia la actuación de don Quijote a la luz de estos moldes explícitos o implícitos en la novela. Así es como logra demostrar que hay una línea descendente a partir del capítulo X. El caso es que en la primera sección, capítulos I-X, don Quijote responde perfectamente al modelo, no hay ningún compromiso, pero después, en su constante confrontación con la realidad, y más que nada con Sancho, el cura y Dorotea, sufre un largo retroceso en sus ideales caballerescos: se queja del dolor de la oreja, se ríe con Sancho, se muestra cobarde, se excusa de no vencer en una serie de aventuras, se echa a dormir en vez de actuar, etcétera. Al mismo tiempo, el narrador presenta los contrastes: Grisóstomo, Ruy Pérez de Viedma y otros. En la segunda mitad, otros personajes pasan al primer plano, mientras que a la actuación de don Quijote se le impone un marco controlado por otros. Así es como se llega a que "Thoroughly broken in body and spirit, Don Quijote makes no attempt to maintain his chivalric vision." (pág. 111) y "In thèse final pages, Don Quijote is no longer a participant; rather, he is a mere object, evoking laughter, pity, or anger." (ibid) HM procede siempre preguntando cómo y por qué actúa don Quijote en las, sorprendentemente pocas, aventuras y en su trato con los personajes. Es una crítica realizada desde dentro, y en estos análisis se comprueban las hipótesis de HM.

Para terminar, dos palabras sobre Sancho. Queda patente su papel de "reality instructor" (este término se introduce en la pág. 49) por su casi constante apelación a lo que él sabe y percibe del mundo circundante; HM dedica varias páginas a esta función de Sancho (4955.) y también a su "aprendizaje" o "quijotización" (págs. 7255.) y su triunfo (págs. 171 ss.) HM traza toda esta evolución mediante finos análisis (y gráfico en la pág. 180). En especial, llama la atención sobre un pasaje bastante descuidado por la crítica, me refiero al discurso que hace Sancho en el capítulo XX tratando de convencer a don Quijote para que éste no le abandone (la aventura de los batanes). HM demuestra cómo este discurso observa las reglas de la retórica clásica: exordium, narratio, logos, pathos y ethos y gran variedad de elocutio. Viendo Sancho que esto no tiene efecto emplea una serie de arcaísmos, con los que tampoco tiene éxito. Termina atando los "pies" de Rocinante. Para HM tal sabiduría retòrica -en el capítulo XX- podría explicarse por las misas oídas, pero también porque "he has recently been in thè company of a truly outstanding orator, Don Quijote." (pág. 78) El caso es interesante, pero no creo que podamos cerrarlo con el hallazgo de HM, porque en el capítulo V de la segunda parte se afirma que: "Llegando a escribir el traductor desta historia este quinto capítulo, dice que le tiene por apócrifo, porque en él habla Sancho Panza con otro estilo del que se podía prometer de su corto ingenio, y dice cosas tan sutiles, que no tiene por posible que él las supiese (. .)" Se repite la afirmación dos veces más en el mismo capítulo. Si Cide Hamete Benengeli "becomes increasingly unreliable as a narrator" (pág. 1), no podemos decir menos del "traductor", porque con la observación de Howard Mancing sabemos que ya en el capítulo XX de la primera parte Sancho no era ya de tan corto ingenio.

Copenhague