Revue Romane, Bind 16 (1981) 1-2

Francisco Marcos Marín: Estudios sobre el pronombre. Madrid, Editorial Gredos, 1978, 332 págs.

John Kuhlmann Madsen

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El tîtulo del libro que reserïo es poco exacto; lo es un poco mâs la indicaciôn de la Introduction (p. 9): los pronombres âtonos y sus usas. Pero la verdad es que solo se estudian algunas parcelas de ese campo, a saber: el leismo, el laismo y el loismo, y también la redundancia pronominal (dos complementos que tienen el mismo referente). Aparté de esto ûltimo, el estudio es diacrônico, abarcando todo el periodo literario desde El Cantar de Mio Cid hasta nuestros dias. El autor ha contado con la ayuda de 18 alumnos suyos que han realizado gran numéro de recuentos, con lo cual quieren comprobar o corregir las tesis de otros investigadores, principalmente de Lapesa. En el capitulo II se ofrecen los rasgos principales de esa investigaciôn (El criterio normativo y las opiniones de algunos gramâticos).

El plan del libro es el siguiente: Plante•amiento (I), cuyo mérito es sacar alguna claridad de la marana terminolôgica existente y en el que se estudian - segûn las lîneas de Cuervo, Fernândez y Lapesa - las causas de las confusiones casuales; Apocope y leismo en castellano médiéval. Aproximaciôn cuantitativa (III), manipulaciôn estadïstica de algunos recuentos de Lapesa mâs unos datos complementarios; Observaciones sobre la redundancia pronominal (IV), estudio en su mayor parte sincrônico y comparativo (con el vasco, el arabe, el celta, el latin vulgar y biblico); Usos anômalos y aparentemente anômalos en los textos (V), cômputo de gran variedad de textos desde el S. XV al S. XX, con su dispersion geogrâfica; en esta parte principal (pp. 123-290) se ofrecen las cifras correspondientes a miles de ejemplos clasificados, poniéndose solo de vez en cuando los ejemplos mismos (a este respecto parece que ha habido coordinaciôn insuficiente entre los colaboradores, pues no siempre se sigue la misma linea en cuanto a esquemas y ejemplificaciôn - véase mâs abajo); Notas sobre SE LO, SE LE (VI) tratan aparté los problemas de la llamada construcciôn impersonal + objeto pronominal; las Conclusiones générales (VII) resumen los vaivenes de los très -ismos y aducen algunos nuevos datos sobre la apocope (nuevo recuento de textos del S. XIII); terminan la obra 14 paginas de Bibliografia, muchas de cuyas entradas parecen no haberse tomado en cuenta.

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El capítulo IV sobre la redundancia pronominal queda un poco al margen de la problemática central. Lo que tiene en común con el resto es la importancia del rasgo [±humano]: en igualdad de circunstancias el español prefiere la duplicación de objetos si el referente es [+ humano], lo mismo que se puede comprobar el papel decisivo de este rasgo en el desarrollo del leísmo (loi le veo a él I *lo veo ello). El capítulo es un resumen de los datos de La Academia, Poston (Hispania, XXXVI, 1953, 263-272), Barrenechea & Orecchia (RPh XXIV, 1970, 58-83), Keniston (List y I6th Century) y otros. Sólo voy a tratar brevemente la forma en que maneja MM estos materiales." Resulta curioso que el equipo no se haya puesto a comprobar los datos de B&O, quienes presentan muy pocos ejemplos, cuando del resumen se desprende que hay diferencias significativas entre B&O y los demás, tanto más cuanto que las investigadoras argentinas toman muy en cuenta las variables de Poston, Keniston y Fernández al establecer las bases de su trabajo. En cambio, me parece superfluo emplear tres páginas en una comprobación matemática de las estadísticas de B&O, si no ha habido ninguna duda acerca de éstas. El esquema de la p. 82, cuyos procentajes corprenderán a algunos, se ha tomado del artículo de B&O (p. 80), donde también se pueden ver más detalles. En la p. 75 et passim MM se interesa por cuál de los objetos es el redundante en ejemplos como Le di el libro a él. Aduciendo las opiniones de Poston (vacilante) y B&O (conformes), se decide por a él, puesto que no es posible *di el libro a él. Al presentar los ejemplos de Poston: No diga nada a Remigio I No le diga nada a Remigio (MM p. 78) se contenta con decir que «no hay regularidad en la redundancia», es decir, sin preocuparse por contestar a la pregunta de Poston (art. cit. p. 271): «What considération impels Benavente, for instance, to write No diga nada a Remigio on p. 75, but No le diga nada a Remigio, spoken by the same character, on p. 78? Scores of comparable cases could be cited.» Parece que MM no se ha dado cuenta de la réplica de Fish (Hispania LI, 1968, 862-866, citada en B&O nota 3). Cito de la pág. 865: «Remigio was brought into the conversation on p. 76, singled out from ail other persons as one not to be told; he was then conspicuous. The remark on p. 78 is a passing reminder of what has already been said and Remigio is no longer conspicuous.» Y la regla general (ibid.): «... an indirect object is doubled when it is already known, or is natural and commonplace complément of action that is also natural and expected in thè context; in short, when inconspicuous.» Quiero también llamar la atención sobre las interesantes observaciones de Babcock (The Syntax of Spanish Reflexive Verbs, La Haya 1970, cap. II) que demuestran que más que de redundancia se trata muchas veces de distintas presuposiciones: La conozco a María (me la presentó su hermano ayer)/Conozco a María (y sé que ella no haría eso); Voy a acostar al niño/voy a acostarle al niño (no causativo/causativo). Son útiles los recuentos, pero habrá que explicar las diferencias mínimas.

El estudio del leísmo, laísmo y loísmo se basa en trabajos de Lapesa (principalmente: Sobre los orígenes y evolución del leísmo, laísmo y loísmo, Festschrift W. von Wartburg, Tubinga, 1968, 523-551). Mientras la terminología de éste y de muchos predecesores resultamás o menos opaca por mezclar caso y función bajo caso (p. ej. «(. ..) a pesar del favor [de] que el leísmo o extensión de le, les al acusativo gozó en el nivel cortesano y literario desde fines del siglo XV (.. .)» (Lapesa, art. cit. p. 523)) y llamar loísmo a dos usos bien distintos, a saber, el uso de lo en función de objeto directo o bien en función de objeto indirecto (A Juan no lo he visto hoy I A Juan lo pegó una bofetada en medio de la calle), es mérito de MM emplear una terminología clarísima. Llama leísmo, loísmo y laísmo al empleo de le, lo y la respectivamente, sea cual fuera la etimología o norma vigente. Si le

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corresponde a un dativo latino se trata de un leísmo etimologico, aunque en castellano se trate de un objeto directo (ADULARI ALICUI > adularle), si corresponde a un acusativo, es antietimológico. Si está de acuerdo con la norma (académica, desde que existe tal entidad), es normativo. La distinción entre uso anómalo y uso aparentemente anómalo constituye el fundamento de mucho de lo que sigue en el libro. El primero es un uso antietimológico (le sin que el latín tuviera ILLI: le veo), mientras que el segundo es etimológico {le < ILLI), pero con el pronombre en una función que no corresponde a la latina (adularle, objeto directo). MM establece, basándose siempre en Lapesa, cuatro clases de usos anómalos o aparentemente anómalos: A) rección de dativo (ADULARI ALICUI > adularle; B) doble acusativo (IUBERE ALIQUEM ALIQUID > mandarle algo); C) objeto directo y complemento predicativo (NOMINARE EUM ALIQUID > llamarle algo; D) sujeto de infinitivo subordinado (FACIT ALIQUEM PORTARE ALIQUID > hacerle llevar algo). El leísmo se puede explicar con punto de partida en estos tipos, que tienen en común el rasgo [+ humano] para la inmensa mayoría de los ejemplos, el cual es también típico del dativo (objeto indirecto). Compárese el uso de a ante objeto indirecto/objeto directo personal.

El libro sigue fielmente la exposición de Lapesa (art. cit.) al empezar la parte central con una comprobación estadística de los datos de éste sobre la apócope y su relación con el leísmo de objeto directo. En su artículo, Lapesa se mostró partidario de la teoría antes propugnada por Gessner, según la cual la forma apocopada del pronombre de tercera persona no lo era necesariamente de le, sino que también podría corresponder a un lo masculino (nunca neutro). En muchol tengo por torpe (Cid 1525, cit. Lapesa §2), el pronombre en función de objeto directo equivaldría a lo o a le. La apócope persiste durante la Edad Media, disminuyendo después del S. XIII. Al restablecerse las formas plenas puede pensarse en una fuerza analógica de me, te, se que no distinguen el acusativo del dativo. Basándose en unos cómputos realizados sobre El Cantar de Mio Cid, La Primera Crónica General y El Libro de Buen Amor, Lapesa llegó a preguntarse si «la distinción entre dativo y acusativo subsistía mentalmente bajo la forma común apocopada» (art. cit. p. 586), puesto que al disminuir -/' en LBA aumentan tanto le como 10, y en el ms. de Salamanca hay un claro predominio de 10. Exponiendo estos datos a la prueba de Pearson, MM confirma la tesis de Lapesa (MM p. 59). Los datos complementarios recogidos por dos alumnos de MM (pp. 59-70) deben manejarse con mucho cuidado y antes de estudiar el esquema de la p. 68 el lector debe leer lo que se dice en la p. 70: «(. ..) la apariencia es engañosa .. .». Con todo, según esta sección y unos recuentos adicionales que aparecen en la p. 301 se puede apreciar una preferencia abrumadora por -/' y le como objeto directo masculino de persona en la prosa alfonsi. En la p. 301 no hay ninguna aclaración sobre el referente y solamente podemos esperar que no se haya cometido el error de las pp. 59-70, donde se mezclaba lo neutro y lo masculino. Otro punto: no veo cómo en tres columnas-/', lo y le en función de objeto directo se puede haber descartado «los usos real o aparentemente anómalos» (p. 301), pues el le tiene forzosamente que ser o lo uno o lo otro, y el -/' será anómalo en todos los casos en que no corresponda a 10, forma etimológica.

La historia de los tres -ismos pronominales se hace según recuentos sobre textos de: El Arcipreste de Talavera; López de Übeda, supuesto autor de la Pícara Justina, Bernal Díaz del Castillo, Cervantes, Avellaneda, Quevedo: Moratín, Ramón de la Cruz: Bretón de los Herreros, Galdós, Pereda, Valle-Inclán, Baroja; el diario ABC: Sàbato. Se llega a conclusiones similares a las de Lapesa. La evolución y extensión de los -ismos se ve como

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una lucha entre sistemas: uno casual, que continúa la etimología latina incluso en los usos aparentemente anómalos (p. ej. le en función de objeto directo < ILLI), y otro genérico que tendría como forma ideal le, la, lo =£ este, esta, esto. No se ha logrado completamente este segundo, entre otras cosas porque el masculino de cosa siempre se ha resistido a la forma le en función de objeto directo, y un lo en función de objeto indirecto neutro tambiénha sido difícil. El tratamiento usted, unigenérico, ha acarreado un le femenino antietimológicoque también rompe el paralelismo con el sistema de los demostrativos. Es decir, que no se puede trazar una evolución lineal, sino que se pueden constatar preferenciasdialectales (Castilla versus Andalucía y América), generacionales y hasta personales: apogeo del sistema genérico en los siglos de oro y en los Moratines y Pereda.

Tratándose de un libro que más que nada se propone comprobar o corregir las tesis de otros, lo idóneo hubiera sido realizar los recuentos y estadísticas de cada cala según el mismo modelo. Desgraciadamente no se ha hecho así. Se puede ver la inconsecuencia en todos los tipos examinados. A título de muestra sólo quiero ocuparme de los recuentos correspondientes al tipo anómalo o aparentemente anómalo «D» (cf. arriba): sujeto de infinitivo subordinado. La cadena se compone de: pronombre sujeto del infinitivo + verbo + infinitivo ± objeto del infinitivo: FACIT ALIQUEM PORTARE (ALIQUID), PERMITTIT ALICUI PORTARE (ALIQUID). No se toma en cuenta que algunas veces esta estructura transpone el objeto del infinitivo: manda matarlo = lo manda matar (véase Skydsgaard: La combinatoria sintáctica del infinitivo español, cap. III). Por lo demás, se sabe (desde la investigación de Fernández, Gramática, §109) que la forma del pronombre del primer tipo (lo hace venir / le hace llevarlo) tiende a asimilarse - incluso entre no-leístas - a la del segundo ile permito venir / le permito llevarlo), especialmente cuando el infinitivo lleva su propio objeto. El primero es - en la terminología de MM - antietimológico cuando lleva le por tener el latín la construcción accusativus cum infinitivo, el segundo tiene siempre un le etimológico de dativo. Entran en este tipo los verbos de percepción más hacer y dejar, lo que lo diferencia del segundo que tiene otros verbos. Esto supone que hay que tomar en cuenta las siguientes variables: verbo, ±objeto del infinitivo, sexo y/o género del referente, ±persona del sujeto lógico del infinitivo. Todo esto se esboza en el Planteamiento (pp. 27-31). Para ver la historia de esta construcción bastaría comparar las cifras correspondientes a las diferentes calas. ¡Esto no es posible! En cuanto a los ejemplos de La Estoria de España no se especifica de qué verbos se trata, ni si el referente es de persona. Para los ejemplos del Arcipreste de Talavera no se indica siempre si el referente es de persona y se introducen algunos verbos que no pertenecen a las construcciones tratadas en el Planteamiento: costrigir a, convenir (de), parecer, plazer de. Para la Pícara Justina no se han recogido todos los ejemplos, sino sólo los anómalos o aparentemente anómalos, no se señalan todos los verbos, no siempre se ve si el referente es de persona ni tampoco siempre su género/sexo y se introducen los verbos ayudar a, acontecer. Las cifras de los textos de Bernal Díaz del Castillo se han sacado de varios mss. de desigual extensión; además, no se distinguen los tipos que nos ocupan del de proposición completiva (te ruego venir / te ruego que vengas) que tiene otra problemática. Del texto de Cervantes ni hay recuentos. Del de Avellaneda no se presentan ni verbos, ni sexo/género, pero sí se hace una distinción entre persona/cosa/animal que no aparece en los otros recuentos. Del texto de Quevedo hay un cálculo de los porcentajes que no se ve en otros materiales, se introduce una nueva variable cosa/animal personificado, y no se indica nada sobre los verbos. Etc. etc.

Habiendo dispuesto de tan numeroso equipo de colaboradores, es una pena que se le

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haya escapado a MM una excelente oportunidad para ofrecer estadísticas comparables. Evidentemente muchos de los materiales ofrecidos para cada texto pueden ser útiles para el que quiera estudiar la evolución del leísmo, loísmo y laísmo. Las conclusiones hacen poco más que corroborar lo dicho por otros investigadores.

Copenhague