Revue Romane, Bind 14 (1979) 1

Ebbe Spang-Hanssen

Ebbe Spang-Hanssen

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Escribir una obra de 1300 páginas sobre el infinitivo español puede parecer un tanto desproporcionado. Pero, a pesar de sus miles de ejemplos, el libro no tiene nada de un estudio pedante o aburrido. En cada página se ve que es un libro escrito con pasión, lo que se explica por la concepción eminentemente dramática que tiene Sven Skydsgaard de la lengua. Según él, las palabras tienen valencias, es decir posibilidades para asir y liar a ellas otras palabras de ciertos tipos. Muchas palabras se parecen así a arañas que procuran capturar en sus redes a animales más pequeños, y esta visión hace concebir la frase española como un lugar de lucha o de colaboración entre sus elementos.

El estudio trata, por añadidura, de la lucha entre los elementos más dinámicos de la frase, es
decir los verbos. El problema del infinitivo no se ve, en este libro, sólo como el problema del
uso correcto de una de las muchas formas verbales, sino también, y por encima de todo, como

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un aspecto del mecanismo importantísimo de la lengua que permite incorporar una oración a otra oración. Cuando la oración subordinada tiene la forma de una verdadera oración, hay una conjunción que separa, hasta cierto grado, los campos respectivos de los dos verbos. Pero cuando desaparece la conjunción, y cuando la subordinada toma la forma de una oración infinitiva, es difícil evitar el conflicto entre el infinitivo y el verbo de la oración matriz. En esta situación no aparece claro, muy a menudo, a qué verbo pertenecen los complementos puesto que los complementos del infinitivo se pueden colocar antes del verbo finito: lo puedo hacer. Hay como una lucha de influencias entre los verbos. Y hay colaboración también, porque el sujeto del infinitivo frecuentemente es el sujeto mismo del verbo finito.

Esta es la situación muy confusa que quiere elucidar Sven Skydsgaard. Su método no es el del gramático transformacionalista que parte de una oración sencilla, hipotética, que poco a poco va complicando. Sven Skydsgaard es un estructuralista que observa los textos complejos muy reales, en los que procura distinguir ciertos tipos fundamentales de combinaciones. Establece nueve cadenas verbales, es decir nueve combinaciones fundamentales con verbo finito e infinitivo, y en cada una hace preguntas, como por ejemplo: ¿Qué verbos pueden entrar en esta combinación? ¿Dónde se halla el sujeto del infinitivo? ¿Cuál es el orden de palabras? ¿Tiene cada uno de los dos verbos sus complementos, o tienen complementos comunes? ¿Están bloqueadas ciertas valencias del infinitivo?

El primer objeto del estudio es ciertamente el de dibujar un mapa del campo de batalla. Sin embargo, Skydsgaard no se contenta con describir, quiere explicar también. Estudiando las posibilidades de conflicto, se interesa muy especialmente por los rasgos que, en cada situación, permiten evitar las ambigüedades. De esta manera logra explicar ciertas reglas, v.g. reglas tocantes a la transposición de los pronombres ligados, por el deseo de obtener una expresión unívoca. Por lo tanto el estructuralismo de Skydsgaard se parece al de Martinet, con su célebre concepto de economía lingüística.

El punto de vista de Skydsgaard es original, porque hay muchos infinitivos sin relación directa con un verbo finito, como ocurre en oraciones elípticas o en complementos preposicionales. No era evidente a priori la utilidad de estudiar sistemáticamente el infinitivo en sus relaciones con un verbo finito - como miembro de una cadena verbal - en la terminología de Skydsgaard. Pero los resultados justifican el método adoptado. Son interesantes y útiles las largas listas que muestran las posibilidades combinatorias de los diferentes verbos. Igualmente se puede decir de las numerosas observaciones sobre el orden de palabras, especialmente sobre el lugar de los pronombres ligados, de los adverbios e incluso de los complementos substantivos en las cadenas verbales. Sobre todo, el estudio sistemático de las relaciones entre el infinitivo y el verbo comprende forzosamente una exposición del problema del sujeto del infinitivo.

Con sus grandes valores, el libro de Sven Skydsgaard tiene también aspectos criticables o, por lo menos, discutibles. Es un libro de lectura bastante difícil a causa de la terminología empleada. Las definiciones de las funciones gramaticales no son las tradicionales. Según Skydsgaard, la oración española no tiene más que cuatro unidades sintácticas: el verbo, el sujeto, el objeto y el complemento. El objeto comprende no sólo el objeto tradicional sino también el dativo (objeto indirecto) y el atributo substantivo tradicionales. El término dativo está reservado de forma muy original, a una categoría morfológica: el pronombre le siempre es considerado como un dativo. La clase de los objetos se subdivide en dos: los objetos directos y los indirectos. Pero solamente se distingue entre ambos cuando hay dos objetos en la misma oración. Nunca podemos tener un objeto indirecto, si no tenemos un objeto directo.

La distinción entre el acusativo y el dativo ha sido siempre difícil en español, pero me parece

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que las dificultades aumentan con el sistema de Skydsgaard. Creo que sus definiciones se deben al deseo de describir preferentemente lo que se ve con los ojos de la cara. Se ve directamente si hay un objeto o dos. Si hay dos, Skydsgaard define ciertos rasgos visibles para distinguir entre ellos. Si hay uno solo, no quiere distinguir, porque en muchos casos hacen falta los criterios visibles.

Esto es, a mi parecer, identificar demasiado el método científico con la observación controlada. La tarea del gramático consiste igualmente en formular conceptos que permitan expresar sencillamente regularidades en el objeto estudiado. Si los gramáticos hubiesen calificado siempre de acusativo la palabra latina templum con motivo de la ausencia de una forma particular para el nominativo, hubiera sido extremamente complicado dar reglas para el uso de los casos. A veces las definiciones de Skydsgaard oscurecen correlaciones lingüísticas como, por ejemplo, en el caso del atributo, ya que el atributo tradicional entra en la clase de los complementos, y el atributo substantivo en la de los objetos; así tenemos los análisis:

Este botijo hace el agua muy fresca (p.55)
objeto complemento
directo

Hizo a Madrid una gran capital (p. 52)
objeto objeto
indi recto directo

Naturalmente, toda clasificación tiene sus inconvenientes, pero Skydsgaard debería haber presentado argumentos más fuertes para explicarnos la necesidad de apartarse tan radicalmente de la terminología tradicional que tiene la ventaja de ser sumamente comprensible para todos los gramáticos.

Las consecuencias, por el análisis gramatical, de la introducción de la noción de cadena
verbal no están aclaradas. Muchos gramáticos, los transformacionalistas entre otros, analizan
así:

(1) (Pienso) (comprar los dos billetes)

haciendo al sintagma infinitivo el objeto directo depienso. Este análisis muestra la filiación del
sintagma infinitivo con la oración completiva:

(Pienso) (que compraré los dos billetes).

Empleando la notación con paréntesis, podemos indicar así el análisis de Skydsgaard:

(2) (Pienso comprar) (los dos billetes).

Este análisis, que subraya la relación estrecha entre los elementos de la cadena verbal, origina
muchas preguntas y especialmente la siguiente: ¿Es entonces el sintagma nominal el objeto de
la cadena entera? La posición de Skydsgaard no parece clara. En la página 175 se lee que en:

La CÍA planeaba bombardear las afueras de la Habana

'las afueras de la Habana' es el objeto de 'planeaba bombardear', lo que corresponde al análisis
del segundo tipo mencionado arriba. En la página 51 vemos en:

Los dos viejos, que no aceptaron el convite, aceptan liar tabaco de petaca ajena

'liar tabaco de petaca ajena' es el objeto do. aceptan, lo que corresponde al análisis del primer

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tipo. La lista de las páginas 93 a 101 indica que aceptar y planear forman cadenas del mismo
tipo.

El concepto de cadena verbal es una generalización de la construcción del verbo modal seguido por un infinitivo. Skydsgaard extiende enormemente el sentido de la expresión verbo auxiliar, haciendo así entrar muchos verbos en la categoría de los verbos que se unen estrechamente con un verbo infinito. Define así (p. 107) el verbo auxiliar: «Si el V (el verbo finito) dirige la orientación del infinitivo de una cadena es un verbo auxiliar». Así aceptar y planear son verbos auxiliares. Lo importante es que esto no es únicamente un problema de definiciones. La noción de auxiliar conserva parte de su antiguo valor, para el lector, e incluso para Skydsgaard, ya que habla de verbos más o menos auxiliares, es decir más o menos fuertemente unidos al verbo infinito. La noción de auxiliar puede inducirnos a aceptar como verbos fuertemente unidos al verbo infinito todos los verbos que cumplen con la nueva definición. Me parece un poco peligroso establecer puedo vivir como tipo fundamental de la relación entre verbo finito y verbo infinito, dado que siete verbos en total se construyen como poder. Sin embargo, como ya queda dicho, con este punto de vista original, Skydsgaard nos ha dado una obra riquísima por su novedad y el gran número de observaciones.

Copenhague